GARA Euskal Herriko egunkaria
Entrevue
GABI ZIMMER
PRESIDENTA DEL GRUPO CONFEDERAL DE LA IZQUIERDA EUROPEA (GUE-NGL)

«Para construir el socialismo, la democracia es el punto de partida»

Nació en Berlín (1955), pasó su infancia en Schleusingen (Turingia) y vio desaparecer su país, la República Democrática Alemana, «con una profunda sensación de vacío». Preside una izquierda europea más diversa, rejuvenecida y feminizada que nunca.


Gabi Zimmer nació y vivió 34 años en la RDA. Fue miembro del Partido Socialista Unificado de Alemania, que ostentaba el monopolio y la hegemonía política. La caída del Muro de Berlín marcó su vida. Reconoce que fue difícil considerarse ciudadana de la República Federal Alemana, que siempre se consideró turingia y europea. Indagamos en su compromiso político siguiendo esta pista.

«Mi adolescencia y mi juventud las viví allí; construí una familia, tuve a mis hijos, me formé como traductora en lengua rusa y francesa. En mi conciencia, apostar por el ruso y el francés era una forma de conocer la cultura y las formas de vida de las dos Europas, la oriental y la occidental. Cayó la RDA y de golpe éramos ciudadanos de la RFA. Mirándolo en perspectiva, la idea que teníamos de la RFA era que estaba llena de nazis, que no hubo una discusión histórica sobre el rol de la Wehrmacht (el Ejército de Hitler). Era la ‘Alemania mala’ y nosotros vivíamos en una ‘Alemania mejor’. Aprendí que ningún sistema viene con la garantía de tener una alternativa, que aunque vivas en una sociedad buena tienes que trabajar duro para mejorarla, para incluir a todos y todas; que si quieres construir el socialismo tienes que ganarte a la gente, que la democracia debe estar en el punto de partida y no al final del camino».

«Para mí fue claro –prosigue con serenidad y convicción–. No fue solo culpa del ‘malvado imperialismo’, tuvimos gran parte de culpa. Nuestra gente, muchos de los que trabajaron conmigo en la misma fábrica, decían cosas de corazón que para mí eran terribles, como que era mejor ser un parado en la RFA que un trabajador en la RDA. Oír cosas así me hizo reflexionar mucho».

Izquierda transnacional

Marcada por esa experiencia, las vicisitudes de la política le han llevado a liderar una confederación de izquierdas que engloba a 52 europarlamentarios. Conocida la tendencia a las intrigas y las prácticas caníbales que históricamente se han dado en la izquierda, preguntamos a Zimmer como se gestiona esa diversidad, si le resulta fácil.

«No es fácil. A menudo me pregunto ‘qué estoy haciendo aquí’. Si solo fuera entender las diferentes tradiciones y contradicciones políticas, tengo que decir que por supuesto las entiendo todas, también desde un punto de vista histórico. Ahora bien, eso solo no ayuda. Todos tienen sus tradiciones, pero nos enfrentamos a muchos desafíos que requieren nuevas respuestas. No hay forma de volver atrás y de buscar cada cual en su propio país soluciones a temas como la pobreza y la exclusión social, luchar contra el cambio climático o la OTAN… No es posible. No podemos atrincherarnos cada cual en su país, en su historia y cultura, que hay que respetar. Pero hay que crear entre todos una nueva cultura política, transformadora, de cooperación transnacional, que tenga los pies en el territorio pero trabaje con horizonte europeo y global».

Y, entre risas, matiza: «Quiero darte también otra imagen, no solo hay caníbales en la izquierda. El antiguo presidente de mi partido solía decir que la izquierda es como una ameba, siempre dividiéndose, porque es más fácil luchar contra otras manifestaciones de izquierda que contra la derecha o el sistema. Son más cercanas, puedes alcanzarlas y hacerles daño».

La izquierda europea que representa crece, está más rejuvenecida y feminizada. Le pedimos su consideración sobre estos cambios. «Vamos en la buena dirección. Sin la feminización de la izquierda y de la sociedad no seremos capaces de romper con las estructuras de poder del capital. Ello requiere un nuevo entendimiento de lo que es el poder. Mira lo que fueron los partidos comunistas, o estaban dirigidos por Moscú o iban por su cuenta como el llamado eurocomunismo, pero todos ejercían el poder como algo revelado, te decían lo que había que hacer. Hay que construirlo desde otras bases, desde abajo, desarrollar la democracia, un nuevo entendimiento de la ecología y los derechos humanos como punto de partida. No son coartadas para nosotros, hay que conectarlas y proyectarlas como una puerta de salida de las políticas neoliberales».

Y lo ilustra con un ejemplo. «Mira al Brexit. El referéndum no fue una contienda entre izquierda y derecha, sino entre derecha y derecha, entre la defensa del interés del capital nacional frente al capital global y europeo. La izquierda no tomó parte, no existió».

Fracaso de la Gran Coalición

Zimmer lidera una izquierda en una institución históricamente dominada por adversarios. Le invitamos a la reflexión: ¿cuáles son las luchas y las prioridades para hacer visible una agenda y un discurso de izquierda?

«Un ejemplo concreto: en la primera parte de esta legislatura, en el Parlamento teníamos una Gran Coalición, modelo Alemania. Martín Schulz era el líder e incluia a conservadores y liberales. Ese modelo ha fracasado. Por eso decidió Schulz no postularse para un nuevo mandato y volver a Berlín. Se han dado cuenta de que con la Gran Coalición se hace más fuerte a la extrema derecha en el Parlamento. La presentaron como forma de cerrar el paso a los extremistas, incluidos nosotros. Desde principios de este año, han cambiado su comportamiento. Han entendido que si quieren no perder más de lo que han perdido (en Grecia, Holanda, Francia…) tienen que abrirse a la cooperación. Cuando decíamos que las políticas de austeridad matan, hablábamos de deriva militarista o de la política de fronteras, se nos reían. Ahora hay nuevas posibilidades».

Necesidad de ser concreto

Preguntamos directamente: ¿Es fácil para usted y para la izquierda ser proeuropea?

«No, no es fácil. Si eres concreto y das ejemplos concretos, puedes convencer de que hay que cambiar la UE y es posible. Si glorificas la UE, ¡perderás! Y lo harás de una manera brutal. Siempre me pregunto qué tengo que hacer mejor para que la gente se dé cuenta de que hay posibilidades para cambiarla. ¡Claro que el capital está europeizado y globalizado! Pero si no entendemos que usa todos los resquicios y diferencias entre estados para aumentar sus beneficios y su poder, malo. ¡No puede hacerlo sobre la diferencia entre los trabajadores! Lo más fácil es decir que la UE es neoliberal e imperialista, que no tenemos nada que hacer ahí y hay que marcharse. Ok, ¿pero qué significa eso? Nada», manifiesta.

 

«La cuestión no es más o menos Europa o a qué velocidad»

La pregunta está servida en el menú: ¿Más o menos Europa? ¿A una o varias velocidades? Se la trasladamos directamente. «Esa no es la cuestión. Europa sí, pero ¿en qué dirección? ¿para qué? Esa es la clave. Más unión para una mayor solidaridad, Ok, pero para mayores beneficios de los bancos, no. ¿Es un proyecto neoliberal o de solidaridad? Si no somos capaces de entender que para mí, como parlamentaria alemana, es igualmente importante ver cómo está viviendo la gente en Lituania, Rumania, Grecia o Portugal y orientar mi labor en su defensa, y no solo en la de los alemanes, entonces, definitivamente, fracasaremos. Y por desgracia hay muchos partidos que todavía no entienden eso».

No se puede pasar por alto el alza de la extrema derecha disfrazada de anti-establishment. Preguntamos a Zimmer cuáles son las lecciones para la izquierda y cómo confrontar con esta realidad; si hay algo que aprender. «En primer lugar debemos diferenciar la crítica de la izquierda y de la derecha a la UE para entender lo que hay que hacer. Una de las lecciones para mí es mirar a la posición de la izquierda y de la derecha en relación a los sistemas de protección social. Está claro: la derecha trata de cerrarlos, hacerlos solo accesibles para los ciudadanos del Estado, y para la izquierda los sistemas sociales deben abrirse, a los migrantes, a la gente de la Unión que vive en ese Estado… Hay que dejar muy clara la necesidad de los sistemas sociales. Por ejemplo, en la campaña alemana la derecha aireaba este mensaje: ‘no somos la caja social de todo el mundo’. La izquierda debe ser fuerte en la defensa del ideal de que la sociedad debe proteger a toda la gente que vive en el territorio, y en todos los niveles territoriales. Debemos ser fuertes en esto y convencer a la gente: no son los migrantes los que amenazan nuestra vida social. ¡Hay dinero, claro que hay dinero! Pero hay que cambiar las estructuras sociales. Y decirles a los alemanes: ‘¿creéis que si echaran a todos los migrantes, tendríais más dinero?’ No, no tendrían más. Hay que cambiar las estructuras, el sistema social, hay que respetar los derechos sociales de todos. Es la única vía».