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«La fábrica de canciones», fórmulas para crear éxitos

Si se repasan las listas de éxito de los países más potentes en gasto musical, entre los cien primeros se repiten numerosos nombres. En general, son canciones donde el pop se mezcla con el ritmo y blues. El escritor John Seabrook analiza el fenómeno en su nuevo libro.


Más de cuatrocientas páginas ha necesitado el escrito y articulista del “New Yorker” John Seabrook para explicar cómo se “fabrican “ los hits mundiales en su libro “La fábrica de canciones. Cómo se hacen los hits” (Reservoir Books). John Seabrook reside en Brooklin, pero curiosamente recala en Suecia para explicar cómo Max Martin y el dj Denniz PoP, entre otros, consiguieron dar con el tronco de muchos de los hits de las últimas décadas y años recientes. No obstante, tampoco es un texto extrapolable a una canción de puro pop que alcanza el número uno. De hecho, y aunque se revisen sonidos singulares y viejas discográficas creadoras de hits como la discográfica Stax, Seabrook se centra más en el análisis de la música pop con ritmo de r&b, no exenta en ocasiones de un componente sexual.

Seabrook no clarifica matemáticamente un método ni muestra cómo se podría conseguir desde casa. Las fórmulas existen, de alguna manera una buena canción pop con estribillo suele seguir unas reglas, entre ellas llegar al estribillo, meseta y vuelta a este, pero la línea melódica y el estribillo ya forma parte de la intuición o arte del compositor. Lo que pretende el articulista es demostrar que desde los noventa especialmente hay equipos de trabajo y productores como el sueco Denniz PoP, que empezó siendo dj, que tienen muy claro cómo se avanza hacia la canción edonista, de pegada y carga de guiños cada pocos compases que sirven para crear una especie de adicción ante cierta audiencia.

También Seabrook enriquece las más de cuatrocientas páginas explicando las tramas entre productores, discográficas y otros escalones de la industria discográfica, en exclusiva búsqueda del beneficio.

John Seabrook inicia su repaso al éxito con base comercial con el ejemplo de la banda sueca Ace of Base, que a primeros de los noventa fue considerada como los nuevos Abba. Con ellos estudia “Happy nation”, el primer álbum del cuarteto, que en 1993 consigue vender 23 millones de copias y que despega desde Estocolmo.