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DE REOJO

Películas


El escenario que montaron en “Salvados” para entrevistar al comisario José Manuel Villarejo se parecía a una sala de interrogatorios de una comisaría de policía en película o serie americana. La idea no era mala. El que dos individuos subrayaran y apostillaran las declaraciones de ese señor de voz de trueno que huele a cloaca, simulando ser los que se quedan fuera de la pecera escuchando lo que se dice y comentando si es verdad o mentira, fue una magnífica representación, una buena puesta en escena. Y el cortar las vacaciones Jordi Évole para hacer la grabación, promocionarla y emitirla, ha resultado una estupenda acción de mercadotecnia. Tuvo una audiencia suficiente para compensar el esfuerzo. Pero ahora, que han pasado unas horas, que en algunos medios no se da noticia de ella ni de lo que allí se dijo, parece ser que estaba pactada, hasta con cláusulas de indemnización si no se emitía, y no se sabe definir bien si era una película de chinos, calabreses, carteles del cemento o una tomadura de pelo muy grande. ¿Dijo ese nombre tenebroso, funcionario ejemplar, acusado desde diferentes frentes, que al parecer tiene acciones en numerosas empresas sospechosas de casi todo algo que fuera verdad? Hizo bien Évole en tener en el mismo espacio y tiempo voces contradictorias, porque eso equilibró el protagonismo y le restó algo de montaje, de película.

Algo parecido que la comparecencia en la Comisión del Parlamento español de Bárcenas, arrogante, respaldado por la banda, desafiante. Otra película. Un sainete. No contestar es falta d educación. Quien presidía la sesión reía. Un paripé. Eso sí, los dos personajes, Villarejo y Bárcenas, está claro que pertenecen al mismo guion, a la misma peli, al mismo entramado. Por eso se parecen tanto en sus lenguajes no verbales y en su entonación y desprecio a la ley.