19 JUIL. 2017 Entrevue MONICA BELLUCCI ACTRIZ «Trabajar con Kusturica ha marcado un punto de inflexión en mi carrera» Nacida en Città di Castello (Umbria) en 1964, empezó trabajando como modelo hasta que con treinta años afianzó su carrera en el cine con títulos rodados en Italia, Francia y EE.UU. Entre sus trabajos más destacados cabe señalar “Malena”, “Matrix Reloaded” y “Matrix Revolutions”, “La pasión de Cristo” o “Rhino Season”, de Bahman Ghobadi. Acaba de estrenar “En la vía láctea”, lo último de Emir Kusturica. Jaime IGLESIAS MADRID Decidida a romper con las servidumbres que comporta la insignificante condición de sex symbol que la acompañó desde sus primeros trabajos en el cine, Monica Bellucci lleva unos años involucrándose en proyectos alejados de la banalidad del mainstream, trabajando con cineastas cuya singularidad. «Me conduce a descubrir otros escenarios, otros mundos, otras culturas», afirma. Para la actriz, además, esa inquietud resulta algo consustancial a su profesión, ya que «interpretar consiste justamente en eso, en experimentar un proceso de cambio, en vivir una experiencia humana sumergiéndote en otras realidades». Esas convicciones fueron las que le hicieron dar el sí a Emir Kusturica cuando el director serbio la ofreció el papel protagonista de “En la vía láctea”, su regreso al cine de ficción tras una década en la que el cineasta ha estado más volcado en su faceta como músico y donde únicamente se había puesto detrás de la cámara para rodar un documental consagrado a Maradona y un cortometraje para el film colectivo “Words with Gods”. «Trabajar con él –comenta la actriz– ha marcado un punto de inflexión en mi carrera. Estar al lado de alguien con ese caudal de talento que le hace compaginar el cine con la música y la interpretación con la escritura resulta sumamente enriquecedor». Monica Bellucci reconoce que su participación en esta película ha sido una experiencia intensa: «Empezamos a rodar en 2013 y la filmación se prolongó hasta 2016. Nunca en mi vida había estado involucrada en un proyecto durante tanto tiempo. En tres años una cambia mucho y más cuando estás a las órdenes de alguien como Kusturica con quien nunca dejas de aprender y cuya genialidad, forzosamente, modifica tu manera de ver las cosas. Cuando acabamos de rodar tuve la sensación de ser una actriz nueva, de haber atravesado caminos que nunca antes había transitado. Puedo decir que me abandoné completamente a mi personaje, fue una inmersión total, empezando por el hecho de interactuar con actores serbios y hacerlo en su propio idioma pero también por el trabajo de composición física que me llevó a redescubrir mi propio cuerpo como herramienta interpretativa y a asumir que difícilmente hubiera podido hacer un papel como este cuando tenía 30 años. Fue una experiencia a la que me entregué de tal manera que terminó por generar en mí una sensación muy fuerte». En la película, ambientada en la Guerra de los Balcanes y que está imbuida de esa suerte de realismo poético tan característico de Kusturica que termina por conferir luminosidad a lo que, en esencia, resulta una tragedia, Bellucci interpreta a una refugiada que es secuestrada por la familia de un líder guerrillero a fin de que contraiga matrimonio con él pero que, en su ausencia, cae prendada de un piadoso aldeano que trabaja para el ejército en tareas de avituallamiento, y que está interpretado por el propio Kusturica. Juntos vivirán una de esas historias de amor cuyo ímpetu desafía los límites de lo racional: «El personaje que interpreto no teme sacrificarse porque está convencida de que su vida está unida a la de ese hombre, el amor que siente por él la conduce a un estado de plenitud tal que sabe que está ante el momento culminante de su existencia. Es algo que me parece muy bello porque responde al ideal romántico pero todavía me resulta más hermoso el modo en que lo enfoca Emir porque nuestros personajes no son dos jóvenes que viven esa pasión desde la inconsciencia que les da la inexperiencia, sino que se trata de dos personas maduras que están de vuelta y que, sin embargo, demuestran que la energía con la que uno se entrega a la sensualidad y a la sexualidad no tiene nada que ver con la edad». A sus 53 años, Monica Bellucci se felicita de que la sigan llamando para interpretar personajes complejos en películas interesantes, lo que, según ella, sirve para desmontar el mito de que las puertas del cine permanecen cerradas para las actrices cuando estas llegan a una cierta edad: «Cuando yo empecé a trabajar puede que, efectivamente, eso fuera así. Por aquel entonces no acertaba a intuir cómo sería yo con cincuenta años ni tampoco pensaba que los mejores papeles de mi carrera me llegarían a esta edad. Creo que, afortunadamente, las cosas han cambiado mucho en ese sentido y lo digo por experiencia. Cuando interpreté ‘Spectre 007’, el director, Sam Mendes, me dijo: ‘No sé si te has dado cuenta pero eres la primera actriz en ser chica Bond con más de 50 años’. Aquello coincidió en el tiempo con el rodaje de la serie ‘Mozart in the Jungle’, donde interpreté a una cantante de ópera en conflicto con su edad que tiene que asumir la pérdida de sus facultades vocales con el paso de los años. Hoy en día, por lo tanto, creo que se ha revertido la tendencia y que se escriben muy buenos papeles para actrices maduras». Pero la intérprete no cree que ese nuevo escenario responda a una conquista femenina: «Conquista es un término que remite a un escenario bélico y yo no creo que las mujeres estemos en guerra contra la sociedad ni contra los hombres. Sí creo, sin embargo, que se han mejorado los cauces de comunicación y que gracias a eso hemos conseguido hacer entender mejor nuestras necesidades. Porque, además, si queremos cambiar el paradigma social, los primeros cambios deben producirse dentro de uno mismo y en este sentido creo que, en la medida en que las mujeres hemos empezado a mirarnos de manera distinta, la sociedad ha comenzado a percibirnos de otro modo». Sin embargo, como les sucede a tantos otros actores de su generación, la mayoría de ofertas que maneja ahora mismo la actriz provienen de la televisión, un medio que apenas había frecuentado pero que está empezando a seducirla por su alcance e inmediatez, «ya que te permite llegar a la gente directamente, sin intermediarios, introduciéndote en sus hogares». En este sentido, Bellucci rechaza la jerarquía de los formatos: «Cuando estaba rodando ‘Mozart in the Jungle’ me descubrí pensando ‘¡qué lástima que esto no sea cine!’. Pero de inmediato me di cuenta que se trataba de un pensamiento terriblemente snob. Ahora mismo en televisión se están haciendo cosas muy interesantes y algunas series, y subrayo lo de algunas. Poseen una calidad que no tiene nada que envidiar a la que puede tener una buena película». De hecho, la intérprete confiesa que su próximo proyecto será una serie de televisión en la que además se involucrará como productora. «Es una faceta que me estimula porque puedo contribuir a lanzar proyectos que, de otro modo, saldrían adelante con muchas más dificultades». Pero producir es una cosa y ponerme detrás de la cámara es otra, de ahí que cuando a la actriz se la custiona sobre si agún día la gustaría asumir la dirección de algún proyecto la respuesta es un no rotundo: «Dirigir es algo que me da mucho respeto y para lo que no creo que esté preparada». Esa apuesta por la diversidad y esa convicción a la hora de asumir su trabajo como una oportunidad para confrontarse con distintas culturas y para conocer territorios distintos han convertido a Monica Bellucci en una estrella internacional, algo que ha reconocido recientemente la Academia de Hollywood invitándola a formar parte de una institución: «Para mí ha sido un honor y creo que refleja ese empeño por parte de la Academia de acoger en su seno una gran heterogeneidad de puntos de vista y sensibilidades. Dicho lo cual, yo no me veo como una estrella de Hollywood, he trabajado allí pero no me siento parte de todo aquello, toda mi carrera la he hecho desde Europa y es aquí donde siento que está mi hogar. Hace 40 o 50 años la situación era distinta, Italia tenía una industria cinematográfica potente y venían desde fuera a buscar a nuestros actores y técnicos, ahora nos toca a nosotros movernos y he de confesar que no es algo que me disguste». Cuando empecé en el cine no acertaba a intuir cómo sería yo con cincuenta años ni tampoco pensaba que los mejores papeles de mi carrera me llegarían a esta edad. Me abandoné a mi personaje, fue una inmersión total, empezando por interactuar con actores serbios y hacerlo en su propio idioma. Interpretar consiste justamente en experimentar un proceso de cambio, en vivir una experiencia humana sumergiéndote en otras realidades. Hace 40 o 50 años Italia tenía una industria cinematográfica potente y venían desde fuera a buscar a nuestros actores y técnicos, ahora nos toca a nosotros movernos.