22 JUIL. 2017 CONFERENCIA INTERNACIONAL DE VÍA CAMPESINA MARAVILLOSO CAOS Y APRENDIZAJE EL ENORME SEMINARIO DE DERIO ALBERGA A CERCA DE 500 CAMPESINAS Y CAMPESINOS DE TODO EL MUNDO QUE HAN DEJADO ESTOS DÍAS SUS FINCAS PARA HACER OÍR SU VOZ Y COMPARTIR CAMINOS. VIENEN DE 76 PAÍSES, EN REPRESENTACIÓN DE 200 MILLONES DE PERSONAS. ESTA CRÓNICA MUESTRA CÓMO SE ORGANIZA Y SE VIVE TODA ESTA RIQUEZA. Maider IANTZI Cruzar la puerta del antiguo seminario de Derio es adentrarse en un maravilloso caos donde se sonríen voluntarios que no comparten el idioma pero sí el amor a la tierra; también los abrazos al cruzarse en los pasillos, aunque no se conozcan. Y el sofá de la sala (o un poste o cualquier otro rincón) para echar una cabezadita entre reunión y charla. Comparten, además, las risas del necesario momento de relajación de la noche. Y miles de anécdotas. Ian Pagan-Roig, campesino boricúa, admite que desde el primer momento ya se estaba arrepintiendo de dejar su pequeña finca familiar en la isla. «Cultivamos hortalizas y vegetales autóctonos. Hay mucho trabajo y pocas manos, pero uno disfruta muchísimo por la satisfacción existencial y porque es necesario para el país. Dejar el proyecto un segundo requiere de mucho sacrificio y coste. Darse la vuelta un segundo tiene consecuencias». Buey enamorado de la vaca Pero, a la vez, es consciente de «la importancia de traer la voz de lo que está sucediendo en Puerto Rico, una situación bastante crítica que se invisibiliza». Por lo tanto, movilizaron a toda la familia y amigos para que cuando regrese la finca «no sea un caos». Cuenta un poco emocionado que ha recibido una mala noticia, la muerte de Brillante, un buey muy especial. «Un día se escapó, a la prensa le resultó curioso y lo publicó. Se marchó enamorado de una vaca y estuvo un mes desaparecido». Pagan-Roig reconoce que los campesinos boricúas tienen fama de ermitaños y que es algo merecido ya que salen muy poco, especialmente cuando los proyectos son autogestionados y hay que compensarlos con trabajo adicional. «Hay que hacer mucho esfuerzo físico, pero la satisfacción también es muy grande», concluye antes de dirigirse a comer al buffet. En el camino escuchará, además del euskara y el castellano, árabe, portugués, inglés, francés, polaco, ruso, coreano, thai, bahasa indonesia, japonés, chino mandarín y muchas más lenguas representadas aquí. Las mencionadas son las que están presentes en las cabinas de los intérpretes, donde trabaja el irlandés Steven Kiely, que acaba de llegar de Camboya. Las compañeras que participan en la entrevista aseguran entre risas que los traductores son una parte importante del movimiento: «Sin (buena) interpretación no hay revolución». 80-90 intérpretes «Los intérpretes siempre estamos junto con los campesinos», indica Kiely. En conferencias, reuniones, comidas, excursiones... Y en las fiestas que, en menor o mayor medida, hacen todas las noches. «El inglés, el castellano y el francés son los tres idiomas oficiales, pero se utilizan muchos más, para que cada uno pueda expresarse en su lengua materna. Yo, por ejemplo, tengo el alemán». El irlandés es parte de un equipo de 80-90 intérpretes que colaboran con la Vía Campesina de manera voluntaria. «Si no el servicio de traducción es muy caro», señala. También participan 300 delegadas del movimiento internacional más otras 60 de organizaciones aliadas, 50 delegadas de organizaciones locales, 80-90 del grupo de comunicación, y el corpus militante voluntariado. «Un tercio es del movimiento sindical; otro, gente de la comarca de la militancia sindical y otro tercio son personas individuales del movimiento social. En total, cerca de 500 voluntarias y voluntarios», apunta Unzalu Salterain, del equipo de coordinación y dirección de EHNE Bizkaia. Es de Abadiño y cuida vacas para carne. Recuerda que la organización de este gran evento es la culminación de un proceso que empezó ya en 2013, cuando tras la conferencia en Yakarta se decidió que la siguiente cita sería en Euskal Herria. Y en el antiguo seminario de Derio encontraron la ubicación ideal, en primer lugar por su cercanía al aeropuerto de Loiu (5 minutos). Hay que tener en cuenta que muchas personas llegan tras 20-25 horas de vuelo y el seminario, al ser también hotel y albergue, ofrece la posibilidad de alojarse. El 70% de la delegación se hospeda aquí. El resto se aloja en pequeños hoteles de la comarca y tienen un sistema de recogida y llegada con autobuses. Cada uno desayuna en el hotel y la comida se hace en el buffet del seminario, donde se ofrecen productos básicos suministrados directamente por EHNE. Se cena en la carpa anexa. Excursiones Alazne Intxauspe, agricultora de Iurreta, cultiva una huerta en temporada, realiza venta directa de cestas y trabaja en un pequeño proyecto de conservas. Es integrante de EHNE Bizkaia. Comenta que con el objetivo de que los visitantes no se queden solo en Derio y conozcan la realidad de Euskal Herria, han preparado nueve salidas. Visitarán Karrantza, Arratia, la feria de Gernika, Larrabetzu, Baztan... Para llevar a cabo todo esto hacen falta muchas manos y, consciente de ello, con la ilusión de ser partícipe de este «espacio y momento histórico», la voluntaria de Zaldibar Esti Redondo ofrece las suyas para lo que haga falta. «Hoy he cuidado a niñas y niños. El primer día preparé las acreditaciones, otro día ayudé a los intérpretes...». Redondo quería «vivir el ambiente» y, por encima del cansancio, resalta que está «superfeliz» e impresionada con toda la gente que participa como voluntaria. «Al encontrarnos con campesinos de muchos lugares aprovechamos para preguntarles cosas. En los ratos libres puede surgir algún debate profundo, pero nosotros vamos a lo frívolo, a desconectar», reconoce entre risas. Entre las anécdotas, el momento en que avanzaba entre la gente con miles de cosas que hacer en la cabeza cuando una mujer la detiene diciendo: «¡Quiero comprar aceite de oliva virgen extra!». Y el trabajo “voluntario” de una periodista de esta casa a la que, al verla esperando, le encargaron preparar unas cajas. En la sala de prensa siempre hay alguien que pone una canción y todas bailan. En el equipo solo hay una euskaldun, que todas las noches recibe un «zorionak» de su aplicación que cuenta sus pasos. Comparten abrazos al cruzarse en los pasillos, aunque no se conozan. Y el sofá para echar una cabezadita entre reunión y charla Desde el primer momento ya se arrepintió de dejar su finca para venir. «Darse la vuelta un segundo tiene consecuencias»