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IKUSMIRA

¿Corrupción?, ¿qué corrupción?


Un día sí y otro también saltan noticias de políticos o personajes públicos a los que se investiga o denuncia por haberse aprovechado de su posición para beneficiarse personalmente, a terceros o a su partido, o todo a la vez.

De hecho, ya son centenares los políticos en el Estado que se están viendo en esa circunstancia, ante la consiguiente alarma de una ciudadanía indignada.

El caso es que en vista de la cantidad y calidad de los casos denunciados, parecía lógico esperar que algunos fueran condenados (vamos a ser optimistas y pensar que no son corruptos todos los imputados). Pero de eso, absolutamente nada de nada.

Lo cierto es que da la impresión de que la inmensa mayoría sale de rositas. Se suceden como un rosario los archivos de causas, ya que los jueces o los fiscales observan «irregularidades» en esas actuaciones, pero «sin ser constitutivas de delito». Y siempre queda la duda de si serían tan magnánimos si los afectados no tuvieran nombre y apellidos conocidos por la opinión pública.

Cuando se da alguna condena, que, como las meigas, haberlas haylas esporádicamente, resulta que el afectado, léase Urdangarín, no ingresa en prisión porque están pendientes de resolverse los recursos que ha presentado. Como si a todo el mundo se le permitiera algo así.

Al final esto de la corrupción es como los Reyes Magos a la inversa. Estos personajes no existen, pero los regalos aparecen, y los corruptos, según algunos magistrados, tampoco existen, pero el dinero ha desaparecido.