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JO PUNTUA

Los extremos se tocan y otras sandeces


La equiparación de fascismo y revolución socialista como perversos extremos que amenazaban la idílica democracia burguesa contribuyó a generar un monstruo que provocó decenas de millones de muertes. El descomunal genocidio nazi-fascista solo pudo ser derrotado, ¡qué cosas! gracias al sacrificio también gigantesco del otro «extremo» y especialmente de la Unión Soviética, pero la versión oficial prefirió ocultar esto y adjudicar a los Estados Unidos el papel de salvador del Europa y el mundo.

Con el paso de los años, la estúpida identificación de la revolución social transformadora con el fascismo fue convirtiéndose en mantra de la «Guerra Fría». Más tarde, el neoliberalismo la hizo suya con entusiasmo; a fin de cuentas, se trata de una manipulación vil pero extraordinariamente eficaz, porque sataniza todo intento de cambio social apelando al recuerdo de los crímenes del fascismo.

Esta gran mentira se sostiene gracias a la ocultación de la complicidad de largo recorrido entre fascismo y liberalismo, que tienen mucho más de vasos comunicantes que de enemigos irreconciliables, como nos demuestra la connivencia de las democracias burguesas con Franco, Hitler, Pinochet o los islamo-fascistas del siglo XXI. Con todos ellos se han entendido maravillosamente los «liberales» mientras repetían las llamadas de alerta ante el parecido de los extremos.

Ahora intentan presentarnos esta ofensiva yihadista en Catalunya como la enésima demostración de la cercanía entre extremos. Yihadistas e independentistas son expresiones de la misma maldad, este es el mensaje que se lanza con mayor o menor disimulo. Ante unos y otros, la unidad antiterrorista, las instituciones, la democracia liberal, el Estado español…, esto es, el modelo que ha financiado y alentado a estos monstruos. Pues va a ser que no, ante el fascismo, sea eurocentrista o islamista-yihadista, cambio social, solidaridad y lucha.