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JO PUNTUA

Terrorismo yihadista


Vaya por delante que tengo por norma no creer en absoluto en las «versiones oficiales» sobre los atentados que llaman «terroristas». Y ello por razones profilácticas y un prurito de conservar la cordura ante tanta insania, manipulación e instrumentalización de lo que «opinión pública» que se encauza en lo «políticamente correcto», esto es, disciplinar a las masas contra sus intereses objetivos.

Por descontado no creo la versión de los Mossos d'Esquadra en el atentado de la rambla barcelonesa y los muertos de Cambrils tratados, a todo esto, estos últimos, en términos cinegéticos como piezas de caza animal susceptibles de ser «abatidas», como quien abate un paquidermo. Por fortuna, el arrojo y brío de un Mosso –adiestrado por la Legión– se bastó él solo para «abatir» a un puñado de (mal llamados) «yihadistas» convertido, ipso facto, en un mediático «héroe» (que oculta su rostro) –lo que necesita este país son héroes, señora– sin hacerse las mínimas preguntas sobre la facilidad de su gatillo o si tiene licencia para matar, como James Bond, o primero se dispara y después se pregunta, como hemos conocido por estos pagos. ¡Es que eran terroristas!, me dirán, a lo que respondo estocásticamente: ¿y qué? ¿Es que un crimen justifica otro? ¿Dónde queda el derecho? Preguntas ingenuas, lo sé.

Atentan contra nuestros «valores», dice el Rey cohonestado por la cohorte de quienes dieron por buena la versión de las armas de destrucción masiva en Irak. O el 11-M en Madrid. O el 11-S. «Valores», dice Rajoy empapuzado de corrupción hasta decir basta. Valores que, para la decadente burguesía putrefacta –«siga, siga, míster Odriozola, describiéndonos, nos divierte, nos rejuvenece»– son, por supuesto, «eternos», léase la propiedad privada, la piscina y la querida, y también, va de suyo, el Estado de derecho. Valores como un kantiano «imperativo categórico» y no algo históricamente transitorio, que dirían Marx y Engels –otros fanáticos fundamentalistas– en el “Manifiesto Comunista”.

Valores en los que no creen ni ellos y quieren que los defendamos, alienados, los demás.