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DE REOJO

Del Toro


En estos momentos estoy en un estado efervescente absoluto. Faltan muy pocas horas para que aparezca Carles Puigdemont en el Parlament de Catalunya y debe decir algo sobre lo que va a suceder en los próximos minutos. Declaración, proclamación, manifiesto, en vivo, en diferido, con hoja de ruta o pacto sobre pacto y sobre pacto elecciones. Tengo una sensación extraña, me siento como si se fuera a jugar una gran final de fútbol. La misma excitación mental. De tal manera que se me hace difícil seguir los programas televisivos que llevan tantas horas agitando la duda. Por eso, guiado por el dedo loco, acabo viendo a Guillermo del Toro en una magnífica entrevista desde Sitges, donde se está celebrando un festival de cine fantástico, en el programa “Likes” de #0 que ha movido el canal su horario de emisión al mediodía. Y me gusta su discurso, su fondo, su forma, su sencillez, su conocimiento, su Humanidad. Ciento treinta kilos de Humanidad inteligente, de talento, de lecturas asimiladas, de visiones de la realidad a partir de otra perspectiva, de arte y compromiso en todas su bellas acepciones del término. Productor, guionista, director de cine mexicano que sabe lo que hace, cómo lo hace y, además, en sus explicaciones se contiene siempre una filosofía de la que emanan los monstruos que la razón engendra. Dentro de unas horas, este artículo sería otro. ¿Qué esperamos que suceda? ¿Vamos a asistir en directo a una declaración de una República Catalana? Puede ser. ¿El artículo 155 es útil o hay otras opciones más brutales? Para contextualizar un poco, mañana es día 12 de octubre, hay desfile militar en Madrid.

Las escenas de violencia ultra en Valencia y en otras ciudades forman parte de un plan para que la involución se considere como siempre de extremo centro comparado con esa violencia brutal.