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Un hombre para la historia


El presidente catalán, Sr. Puigdemont, será en la época actual el gobernante europeo que pase a la historia con capítulo propio. Los demás son gerentes de negocios, incluyendo a la Sra. Merkel, al Sr. Macron… A mí el Sr. Puigdemont me recuerda a aquellos ingleses del siglo XIX que enseñaron a los ingleses a hacer política. Como catalán de adopción me siento orgulloso del «molt honorable». Me queda poco para irme con la «Rosa de abril», pero triunfante o derrotado, lo haré con el Sr. Puigdemont en la memoria. Modestamente, irrelevantemente, pero propietario de la moral que sostiene la libertad de los pueblos y que hoy nos sirve de consuelo a los que la «democracia» ha dejado en manos de los antidisturbios. Me complace su fortaleza interior, Sr. Puigdemont, en una hora en que todo ha de pasar por la caja de los «mercados», más bien féretro de la convivencia entre iguales. Yo voté por usted, aunque fuera imaginariamente, el 1-0. Me movilizó no solo mi carácter catalán, adquirido en una larga serie de años en Catalunya, en la que forjé familia e ilusiones, sino también me movilizaron los indestructibles hacedores del pensamiento mediterráneo, que quedaron impresos en el alma catalana mucho antes de que existiera Castilla o Aragón como abanderados de un modo de vivir que no complace mi terca entraña erasmista. Así, que ya lo sabe: un respetuoso amigo.