El problema del día 1 en la República catalana

El bloque formado por PP, PSOE y Ciudadanos ha tenido 28 días para convencer a la opinión pública española de que el referéndum no legitima la independencia de Catalunya. Se han empleado a fondo, pero el problema es que los resultados son los que son: un 38% del censo total a favor de la independencia, más de la mitad de las elecciones más votadas en la historia de Catalunya. Es decir, que no está tan claro. 

Los independentistas dicen que decisiones tan importantes como la independencia de Catalunya se han tomado con números más pequeños que los suyos. Apuntan al Brexit o al referéndum sobre la Constitución europea. Sobre el papel, tienen razón. Pero la política, sobre todo la internacional, no funciona a base de tener razón. España es actor importante en el mundo, un aliado de peso en la Unión y tiene un papel geoestratégico concreto asignando por la OTAN. Pero el problema exterior no es el más importante de la República catalana. Las secesiones se producen constantemente en países que tienen muchos tanques. El gran problema es de reconocimiento interno: la mitad no independentista de la población catalana va desde quien mira la república con distancia hasta quien está radicalmente en contra de ella. Este es el gran asunto al que la República catalana debe responder en su primer día. Y, evidentemente, es un asunto que no podrá abordar, puesto que más allá de la declaración de este viernes, dicha república no existe. Los líderes catalanes llaman ahora a un resistencia pacífica en la calle que el Estado puede barrer a su antojo. Con el 155 activado, la negociación que plantea quien tiene la sartén por el mango es entre la autonomía –y ya veremos qué autonomía– o nada.

El Estado catalán del día 10 de octubre vivió, según consta en wikipedia, 8 segundos. El del día 27 no será suspendido por el president de la Generalitat, pero nace con un problema de legitimidad interna que la hace inviable en el corto plazo. En el largo, nada está escrito.