Putrefacta

Esta medianoche comienza la putrefacta campaña de las elecciones autonómicas catalanas del 155 convocadas por la banda de Rajoy. Probablemente estamos viviendo el momento más delicado en esta desgastada democracia amparada por la Constitución que ahora celebra aniversario. Los que fueron manifiestamente anticonstitucionalistas se declaran constitucionalistas, los demócratas con hoja de servicios antifranquista son acusados de golpistas; los golpistas muestran su poderío físico amenazador y violento por las calles con la anuencia cómplice de Zoido que los tiene en su equipo; en Catalunya los candidatos están en los penales, otros en las televisiones del involucionismo tardofranquista y otros sin poder bailar, porque no sabe qué pareja escoger. Entramos en el modo todo vale.

En este panorama es lógico que se tenga miedo al pucherazo. Lo va a recontar una empresa, Indra, que sale en los papeles de la corrupción del PP, como donante de dinero negro. Es multinacional, y ha sido denunciada en diversos lugares por manipulación en los escrutinios. Un portavoz de ERC dice que van a hacer un recuento propio y las fieras de la manipulación saltan inmediatamente a hacer de una normalidad una excepción. En todas las elecciones, además del presidente de la mesa y los dos vocales, hay interventores de todos los partidos que concurren y tienen personal para hacerlo. Es de uso universal, pero ahora cualquier cosa que se diga en Catalunya por los partidos que no creen en la España, una, grande y libre, es utilizado para hacer una pancarta anticatalanista. Estamos en modo todo vale. Dicho sea de paso, es una repetición de lo que sucedía en Euskadi hace unos pocos años, hasta que el fenómeno Urkullu ha convertido a las vascongadas en el oasis del tres por ciento invisible y silencioso.