Haritz LARRAÑAGA

«ES URGENTE ERRADICAR TODOS LOS MÉTODOS DE PESCA DESTRUCTIVOS»

Anne-Marie Vergez, presidenta de la asociación de «Pequeños Pescadores Artesanales» y patrona de Nahikari, una embarcación que amarra en Donibane Lohizune, cuenta la batalla que están librando frente a un Gobierno francés, que «quiere que desaparezcamos».

Anne-Marie Vergez tenía 20 años cuando empezó a salir a la mar con su compañero, pero todavía no sabía que algún día se dedicaría de pleno a aquel oficio. La idea fue tomando fuerza y con 28 años se compró su propia embarcación. Le puso el nombre «Nahikari», porque «su significado, voluntad o deseo, casaba muy bien con lo que yo sentía, y así me tiré al agua», reseña Vergez sonriente.

En sus treinta años de trayectoria profesional ha visto los cambios que se han dado. Pesca siempre con anzuelo, pero desde el año 2004 solo puede pescar merluza, por eso una de sus reivindicaciones primordiales es que permitan a las embarcaciones pequeñas pescar las especies de cada temporada, porque afirma que «nosotros no vamos a hacer ningún mal, queremos que mañana haya pescado y queremos vivir del mar, no forrarnos, por eso somos los primeros interesados en cuidar ese jardín al que vamos todos a pescar».

La marinera recuerda que cuando empezó «había un centenar de embarcaciones en Donibane Lohizune, ahora solo hay una treintena. Había unas 40 naves que salían a pescar merluza, pero a mediados de los 90 solo quedaban 4 embarcaciones porque con las redes pelágicas desapareció todo», e ironiza, «por arte de magia, cuando pararon los pelágicos, lentamente empezó reproducirse otra vez la merluza».

Pequeña pesca artesanal

«Todos nuestros enemigos, quiero decir profesionales, tienen tendencia a utilizar el concepto de pesca artesanal, por eso, para diferenciar, estamos obligados a precisar, y nosotros decimos pequeña pesca artesanal», explica Vergez, que a su vez, es presidenta de “Pequeños Pescadores Artesanales”, una plataforma que se extiende por todo el litoral del Estado francés.

Mientras el Gobierno francés asigna la «pesca artesanal» a las embarcaciones de menos de 25 metros de longitud, la plataforma “Pequeños Pescadores Artesanales” tiene otra definición: «Menos de 12 metros, menos de 12 horas (cada salida), menos de 12.000 millas (distancia partiendo de la costa), y un máximo de 3 tripulantes».

«Europa metió la pata»

La sobrepesca es una de las patatas calientes para las instituciones Europeas. «Observaron que había un problema de sobrepesca e hicieron dos cosas, por un lado subvencionaron a las embarcaciones que tenían previsto destruir sus naves, pero por otro lado, subvencionaron a las embarcaciones que disponían de nueva tecnología, más eficientes y más destructiva. Luego se dieron cuenta que fueron dos medidas contradictorias, ya que en lugar de reducir la pesca a gran escala, la acentuaron aún más. ¡Vaya! Que metieron la pata», lamenta Vergez.

Las subvenciones europeas cesaron y también vieron la necesidad de proteger a las naves pequeñas y por primera vez se elaboró una ley favorable a la pesca a pequeña escala, que recoge el artículo 17. El problema, subraya Vergez, es que «los gobiernos no lo aplican». Ese mismo año crearon la plataforma “Pequeños Pescadores Artesanales”, porque «las pequeñas embarcaciones, aunque suponen un 80% del total de naves, no tienen ninguna representación».

También fundaron la asociación LIFE (Low Impact Fishers of Europe) para trabajar a nivel europeo. El objetivo primordial de LIFE, según sus estatutos, «es el de proporcionar una voz clara y coherente a nivel de la UE para la mayoría previamente silenciosa de los pescadores europeos de pequeña escala y que utilizan métodos de pesca de bajo impacto, pero que han tenido históricamente una carencia de representación en Bruselas e incluso a nivel de los Estados miembros».

Cuota colectiva: todo para unos

Hay unas cuotas que funcionan a nivel de Europa, las Cuotas Individuales Transferibles. Por cada especie se fija una cantidad y una vez fijadas las cantidades por especies, se determina cuánto le corresponde a cada país. Por ejemplo, en Francia, hay asociaciones de productores y cada asociación decide cómo distribuir la cuota en su circunscripción, es decir, decretan la cantidad y la especie que puede pescar cada barco.

En el Estado francés censuran la cuota individual y abogan por una cuota «colectiva». La presidenta de la plataforma de pequeños pescadores denuncia que «la cuota colectiva delimita la suma total en cada área, por lo tanto, unos pocos pueden pescar toda la cuota, y los demás se quedan sin nada».

«La cuota es por un problema que nosotros ni hemos creado ni reproducimos. Antes no había cuota, por lo tanto, si se ha aplicado una política de cuota es porque hay una sobrepesca. ¿Pero quiénes han hecho esa sobrepesca? Exactamente los mismos que hoy en día tienen más cuota y menos limitaciones en cuanto a cantidad y tipo de especies que pueden pescar», sentencia la pescadora labortana, y añade: «Todo apunta a que el Gobierno francés ha tomado la decisión política de acabar con la pequeña pesca artesanal y reforzar la pesca industrial».

Los pequeños pescadores no piden que cese la pesca industrial, tampoco pretenden que todo el mundo trabaje de modo artesanal, pero advierten que hay métodos que son altamente destructivos y opinan que habría que erradicarlos. Ponen como ejemplo la pesca con redes pelágicas, puesto que es un tipo de pesca que produce cantidades enormes de pescado que se echan a perder. Vergez pone un ejemplo: «Para pescar 20 toneladas de atún rojo, se vierten 15 toneladas de pescado, para atraer al atún, y así arrasan con todo lo que hay en esa zona, tanto el atún como todas las demás especies, y una vez recogidas, ya muertas, las echan al mar».

Sobrantes

La cantidad de pescado sobrante sobrepasa el 60%. La ley dice que los barcos deben traer a tierra todo el pescado que han capturado, incluso las especies que no les interesan, pero Vergez denuncia que «nadie lo hace, porque si no sobrepasarían la cuota, y también porque ese pescado no tendrá el mismo valor en el mercado».

Los armadores argumentan no poder trasladar todo lo que pescan, porque afectaría a la estabilidad del barco y habría peligro de hundimiento. Ante ese razonamiento los pequeños pescadores preguntan si los barcos industriales pescan más de lo que puede soportar el barco.

Contrariamente, en la pesca artesanal casi no sobran peces. Vergez calcula que «el 90% de la pesca es la deseada, y en cuanto al 10% restante, 8 de cada 10 pescados vuelven al mar vivos, es decir que los deshechos alcanzan solamente un 2%».

Piscifactorías

Otro de los peligros que ven los pequeños pescadores artesanos son las piscifactorías. Vergez explica: «Son muy contaminantes, hay un montón de peces en un área restringida, todos juntos, defecando, y producen mucha polución, necesitan entre 3 y 5 kilos de pescado salvaje para que un pescado de piscina engorde un kilo, eso es una aberración. Es mejor, pescar menos y dejar al pez que crezca, que pescar mucho para hacer crecer otros peces».

La pescadora de Donibane Lohizune recurre a la piscifactoría que plantean en Lemoiz como modo de ejemplo para hacer una comparación: «Lo decíamos antes y deberíamos decirlo ahora: Lemoiz itxi!».