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Entrevue
YASSIN AL HAJ SALEH
ESCRITOR, DISIDENTE Y EXPRESO COMUNISTA SIRIO

«Lo que ocurre en Siria es un fracaso del mundo entero»

En el exilio tras sufrir 16 años de cárcel por su activismo contra el Gobierno de Al-Assad, el escritor y disidente Yassin al Haj Saleh diserta en esta entrevista sobre la lucha de los sirios contra la represión, la ocupación internacional que padece el país árabe y denuncia el intento de rehabilitación del Gobierno por parte de las grandes potencias, tanto orientales como occcidentales.


Con su último libro, “La revolución imposible”, bajo el brazo, Yassin al Haj Saleh ofreció una conferencia sobre Siria en el marco de unas jornadas organizadas por CIDOB junto con el Ayuntamiento de Barcelona.

¿Qué futuro ve para Siria?

Siria se encuentra bajo ocupación de los rusos e iraníes. Hay otras potencias implicadas simultáneamente: EEUU, Turquía...; además hay milicias sobre el terreno y cada cual hace su guerra. El Gobierno de Al-Assad tiene también su poder, por supuesto, pero no ha vencido. Ha destrozado la sociedad y el país, pero no se puede hablar de victoria, porque esta siempre es política, no militar y presupone que los que han sido vencidos te acepten. Hemos resistido y la gente seguirá resistiendo porque este régimen no nos ofrece desde hace dos generaciones ninguna solución a los problemas sociales, económicos y políticos de Siria. El régimen esta siendo rehabilitado por las grandes potencias, pero la pregunta es solo cuándo será la próxima crisis.

¿Qué pasará con los detenidos en las cárceles?

La democracia está en crisis en el mundo, en sus niveles más bajos desde la Segunda Guerra Mundial. ¿Quién defiende ahora la democracia? ¿Trump, Theresa May, Macron? ¿O tal vez Putin?

Hay una crisis de derechos humanos. A pesar de los informes de Amnistía Internacional sobre el exterminio llevado a cabo por el Gobierno sirio en la prisión de Saydnya, no ha habido investigaciones para hacer justicia. Los asuntos geopolíticos y de seguridad son mucho mas importantes para la comunidad internacional que los relacionados con la justicia, la igualdad o la democracia. Lo que ocurre en Siria tiene que ver con el mundo entero. Cuando se tolera un régimen criminal, el futuro del mundo está en riesgo. También observamos la eclosión de movimientos contrarrevolucionarios en muchos países, como Al-Sissi en Egipto, Erdogan en Turquía, las monarquías del Golfo, Trump...

¿Qué piensa de la posición de algunos grupos de izquierdas que consideran que el régimen de Al Assad es la garantía de un sistema laico?

Son unos ignorantes, sobre todo los llamados anti-imperialistas. Es una broma hablar del régimen sirio como «socialista» y un mal chiste llamarlo «laico». Es sectario. La ley en Siria ha sido divide et impera. Muchos de los dirigentes del régimen forman parte de la minoría alauí, pobre y marginada hasta 1950. El régimen aprovechó para usarlos en contra de otros grupos. No es que el régimen esté en manos de los alauíes, sino que los alauíes están en manos del régimen y los usa como una guardia pretoriana para proteger a un grupo de dirigentes ricos, como Rami Makhlouf, un primo de Al-assad dueño del 60% de la economía del país. El régimen ha manipulado la sociedad siria tanto en el plano étnico como en el religioso, para evitar así la emergencia de partidos políticos sólidos.

Estos grupos sobre los que pregunta no reconocen las demandas de los sirios, quieren condicionar nuestra lucha y desde Europa pontifican sobre lo que debemos hacer. Niegan nuestra agenda política, como si no pudiéramos luchar por la democracia o las libertades.

¿El régimen sirio ha colaborado con los salafistas?

El régimen ayudó a los terroristas yihadistas a ir a Irak tras la ocupación de Estados Unidos y liberó de las prisiones a los salafistas en 2011, mientras detenía a los activistas pacíficos.

Con la aparición del Daesh y de Al Qaeda en Siria, el régimen podía decir que combatía el terrorismo. Mientras, llamaba terroristas a todos los que estaban contra el régimen, a toda la oposición.

La guerra contra el terror favorece en general a los que ya están en el poder y debilita a los que se hayan en una situación difícil, los civiles y los movimientos por la democracia. Nosotros hemos luchado tanto contra el régimen como contra el Daesh o Al Nosra, nuestra lucha es por la democracia. A nivel militar hay una derrota de las organizaciones yihadistas, pero se debe luchar también contra lo que origina la aparición de este tipo de grupos.

Sus familiares siguen secuestrados…

Soy de Raqqa, mi hermano Firas ha sido secuestrado por el Daesh y todavía no sabemos nada de él. Él ya había sido detenido dos veces por el régimen. En 2013, mi mujer Samira Khalil, la activista por los derechos humanos Razan Zaituna y otras personas fueron secuestradas por un grupo salafista. A día de hoy no sé nada de ella.

Usted titula su libro “La revolución imposible”. ¿Por qué ?

Porque hicimos una revolución y ahora vivimos una tragedia. Entre el 12% y 15% de la población ha sido muerta o herida, hay millones de personas desplazadas, y tenemos yihadistas de más de cien países en Siria. Al mismo tiempo diferentes países están interviniendo en Siria, es un genocidio internacional. China y Rusia han usado su derecho a veto para apoyar a un régimen que lo monopoliza todo y que practica un politicidio, negando cualquier derecho político a la población. Y cuando resistimos, nos responde con un genocidio. No hay precedentes. Esta revolución imposible ha ocurrido y ha devastado a la sociedad siria.

A largo plazo, la revolución seguirá; después de décadas de dictadura, la gente ha empezado a hablar y no va a dejar de hacerlo. Pero a corto plazo estamos siendo arrasados. La revolución se ha enfrentado a tres fuerzas: la dictadura del régimen, el nihilismo de las organizaciones islamistas extremistas y el orden internacional.

Antes de las revueltas de 2011, estuvo en la cárcel 16 años por oponerse al régimen...

Es una larga historia. Era comunista y nos detuvieron por organizar manifestaciones. Al salir de la cárcel me hice escritor y traductor. Cuando empezó la revolución viví escondido durante años en Damasco. Luego me mudé a Raqqa y a los dos meses me vi obligado a huir a Turquía; no tenía y sigo sin tener siquiera un pasaporte.

Esta tragedia forma parte de nuestra lucha por cambiar el país y, siento decirlo, no hemos recibido ningún apoyo en el ámbito internacional. No hablo de los grupos de defensa de los derechos humanos o de nuestros amigos en todo el mundo, sino de los que podían haber ayudado y no lo hicieron. Nos dieron clases de derechos humanos y democracia, pero no hicieron nada.