28 AVR. 2018 Entrevue IRMA HOFFREN BAILARINA DE LA COMPAñÍA BALLET BIARRITZ MALANDAIN «Lo más importante es interpretar el movimiento como si fuese un cuento» La bailarina donostiarra ha ganado el XVI Premio de la Danza de Gipuzkoa, que recibirá el próximo lunes. Empezó su andadura como bailarina de ballet a los cinco años con Mentxu Mendel. Desde allí fue a estudiar a Madrid y Zaragoza, y volvió para integrar la sección Junior de compañía en la que se encuentra actualmente. Tras su paso por el Ballet de Lorraine volvió en el 2012 a Biarritz. Idoia ERASO BAIONA Ante la entrega del premio que recibirá de las manos de la Asociación de Profesionales de la Danza de Gipuzkoa, la pieza que bailará junto a Lucía Lakarra e Iker Murillo en el Victoria Eugenia, y a las puertas de su nueva gira con el Ballet Biarritz Malandain, Irma Hoffren ha dedicado unos minutos a GARA para hablar sobre su visión del ballet. ¿Qué premia este galardón que va a recibir? A los bailarines vascos que hemos tenido que salir al extranjero para poder ejercer nuestra profesión, y un reconocimiento al trabajo que hacemos. ¿Y en lo que a usted respecta? Un reconocimiento a mi trabajo. Un trabajo que no ha sido fácil, ya que empezó pronto en el mundo de la danza, y tuvo que irse fuera para poder seguir estudiando. El recorrido en esta profesión nunca es fácil, hay que luchar mucho, y ser un poco cabezota. ¿Como llevó la dificultad de salir al extranjero en aquellos momentos? Visto desde ahora, es enriquecedor salir al extranjero, es algo positivo, pero el problema es que no tenía opción, así que al final hemos estado obligados a salir fuera. Lo más duro cuando eres joven es dejar a la familia y a los amigos detrás, y llegar a un país donde no conoces el idioma, te tienes que adaptar. ¿Y le parece que hoy en día hay más opción que cuando tuvo que marcharse? Yo creo que no, porque las nuevas generaciones siguen teniendo que salir a estudiar a Madrid, a Barcelona, a Burgos... Se van fuera del territorio para desarrollarse plenamente, así que me parece que mucho no se ha avanzado. Sí que hay escuelas que abren, y hay pequeñas compañías que salen, pero no es suficiente. ¿Como recibió la noticia de que le iban a dar este premio? Sorprendida, porque no me lo esperaba. Igual es un poco duro de decir, pero me sorprendió que la gente se acordase de mí. Cuando sales fuera, al final, no piensas que hay alguien que sigue tu trayectoria, entonces me sorprendí, pero contentísima de que alguien lo haya hecho. ¿Como se definiría como bailarina? Soy muy exigente conmigo misma en el trabajo, en cambio en el escenario me libero totalmente, para mí es la libertad total. Intento expresar lo que tengo dentro lo máximo posible, y si al público le llega, yo feliz. Es lo que busco en todo caso. También intento ser un poco dinámica, honesta… eso es lo que intento, otra cosa es lo que soy, eso ya es el público quien tiene que decirlo. ¿Cuál es su visión de la danza? ¿Qué importancia tiene la parte emocional a la hora de abordar la interpretación de una coreografía? Para mí, si no añades emoción, al final es el movimiento por el movimiento, y eso ya no tiene interés en lo que es el ballet. Creo que lo interesante es añadir una emoción al movimiento, que quiera decir algo. Para mí lo más importante es interpretar un movimiento como si fuese un cuento, como si te estuviesen leyendo un libro, pero con movimiento. ¿Y a usted, eso qué le aporta personalmente? Así puedo expresarme completamente, muchas veces no me sé expresar bien con las palabras, pero en el ballet es ir a lo esencial, es emoción en su más puro estado, con lo que para mí es mi manera de expresarme. ¿En la compañía Ballet Biarritz Malandain, también siente eso en el trabajo que realizan en equipo? Sí, porque cada uno aporta de su personalidad, su manera de interpretar el ballet y las coreografías. Algunos son más técnicos, le dan más importancia a la tecnicidad, otros más a la interpretación, pero eso es lo que enriquece a la compañía. Mirando su trayectoria se ve que Thierry Malandain y el Ballet Biarritz han sido importantes. Primero con el Ballet Biarritz Junior, y ahora en la compañía. ¿Cual diría que ha sido la influencia que ha tenido en usted? Thierry tiene un lenguaje con el que me siento muy identificada, lo que me aporta artísticamente me llena mucho, y es con lo que más disfruto bailando. La influencia la he sentido desde pequeña, porque conocía la compañía de ir a ver sus espectáculos. Después, trabajar ese lenguaje en mi cuerpo es una satisfacción enorme, con lo que me siento muy identificada. ¿Como definiría ese lenguaje? ¿En qué estilo se enmarca? Lenguaje neoclásico, hay una base de clásico muy fuerte, pero son piezas clásicas revisitadas, al estilo del coreógrafo. De una manera actual, en su estilo, más actual y más humano. Acaban de estrenar la nueva obra de Malandain «Rêverie romantique», basado en «Las Sílfides», de Michel Fokine. Es un tributo al ballet clásico romántico por excelencia. Se ve el respeto que tiene nuestro coreógrafo por las obras clásicas. Las creaciones son algo nuevo, excitantes de realizar, y además haberlo presentado en Donostia es todavía mejor, porque es especial bailar en Donostia. También estrenaron en Donostia «Sirènes», de Martin Harriague. Son dos coreografíasmuy diferentes en cuanto al lenguaje. ¿Qué diferencias marcaría entre ambas? ¿Y qué le ha aportado cada una? Son piezas muy diferentes, cada coreógrafo tiene su universo, sus intereses y sus ideas, y eso repercute en las coreografías. El lenguaje de Martin es más contemporáneo, y más abstracto diría yo. Pero los dos me han aportado mucho, todo lo que hace Thierry me satisface mucho, además de que es un ballet muy divertido de hacer, y el de Martin es un lenguaje muy poético y profundo, y el hecho de hacer otro lenguaje coreográfico enriquece más todavía. Así que estoy muy contenta de poder hacer las dos piezas, que son completamente diferentes. La creación de ambas obras también ha sido muy diferente. Si Malandain la hizo en dos semanas, Harriague la creó durante el verano, y en ese tiempo de creación los bailarines estuvieron muy presentes. Sí, como Martin no está instalado en Biarritz, se tenía que adaptar a nuestro planning y al suyo mismo, porque él también es bailarín en una compañía en Israel, así que había que encontrar el momento para poder continuar la creación, así que el espacio-tiempo se ha alargado más. También es un joven coreógrafo que tiene menos experiencia que Thierry, y que además no conoce a los bailarines, en cambio Thierry nos conoce muy bien a todos. Ha necesitado más tiempo para conocernos, y nosotros para conocerle a él y el lenguaje que quería utilizar. Con ambos también aportamos nuestro granito de arena. Es muy interesante. El 1 de mayo va a volver a Donostia, esta vez para bailar junto a la zumaiarra Lucía Lakarra y el pasaitarra Iker Murillo, de renombre internacional. Sí, y muchos otros más también, excompañeros míos, de hecho, y que como yo están exiliados en el extranjero. Me hace mucha ilusión volver a verles y también verles bailar, porque a muchos los he perdido de vista, y no he podido verles en el escenario. Por otra parte, bailar en el mismo escenario con Lucía Lakarra e Iker Murillo que son dos grandes del mundo del baile, es un gran honor. Si no añades emoción al final es el movimiento por el movimiento, y eso no tiene interés en el ballet, lo interesante es añadir emoción al movimiento, que quiera decir algo. Soy muy exigente conmigo misma en el trabajo, en cambio en el escenario me libero totalmente, para mí es la libertad total. Intento expresar lo que tengo dentro, lo máximo posible. Thierry Malandain tiene un lenguaje con el que me siento muy identificada, lo que me aporta artísticamente me llena mucho, y es con lo que más disfruto bailando.