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DE REOJO

Dos fosas


Un exdirigente de la banda de M. Rajoy en Madrid, Francisco Granados, ese señor con aire de bailarín de chotis en un puticlub de camino de tierra, dijo el otro día una de las frases que forman un ideario: «Si buscas venganza, cava dos fosas». Aunque le acaban de otorgar el premio princesa de Asturias a Martin Scorsese, no está confirmado que esta frase salga en alguna de sus magníficas películas sobre la mafia neoyorkina que tanto hemos disfrutado. Probablemente la habrá aprendido en sus meses en el talego en donde ha ido conformando su defensa a base de partidas de mus, botellones y ataques indiscriminados contra todo lo que escape a su radio de influencia mafiosa. 

Las dos fosas forman parte medular de una concepción filosófica de la violencia estructural que alcanza niveles de mensaje rotundo y sin retorno. Con la cleptómana en caída libre, imputado Ruiz Gallardón, González ahogándose en el fango dejado por el agua del Canal, la marquesa Aguirre navegando por encima de todas las charcas de mierda, hablar de venganza en casa del vengador, es un retruécano que alcanza nivel de profecía. Un aviso a todos aquellos que quieren verter todos los desagües sobre unos cuantos pillados para salvar a los autores reales o colaboradores necesarios en todo el mundo de la corrupción genética de ese nido de gaviotas contaminantes con degradación trófica.

Fosas en tierra, en cemento, en cal viva; fosas mentales, fosas políticas, fosas judiciales que se van descubriendo en todos los herrumbrosos territorios de la acción partidista que se llama política cuando es otra cosa muy diferente. Siguen los apestosos olores de una sentencia asquerosa que parece haber puesto de acuerdo a casi todos. Menos los de siempre. Los provocadores de Tabarnia van cavando demasiadas fosas.