Aimar Etxeberria
Periodista
Pacto de Gobierno en Italia

M5S y Lega, el deber y los riesgos de cumplir con lo prometido

Dos partidos, dos orígenes y dos electorados para acordar un programa de Gobierno en común. Es lo que ha pasado en Italia con el M5S y la Lega, que sin ceder en sus principales propuestas han llegado a un acuerdo para gobernar el país. El problema reside en la financiación de un programa que propone bajar la recaudación fiscal y subir el gasto público.

La política es la ciencia del oportunismo y el arte del compromiso». Esa máxima del compositor Franz Liszt viene como anillo al dedo al hablar sobre el M5S y la Lega, que acaban de cerrar el ‘Contrato para el Gobierno del Cambio’. Oportunismo y compromiso, ¿pero a qué precio? Y es que el pacto de Gobierno ha hecho tambalear a las ya más que mermadas arcas públicas del país.

Un gasto público desmesurado, y sin cobertura financiera de momento, es la esencia del acuerdo entre el M5S y la Lega. Para analizarlo hace falta reparar a lo suscrito, pero también resulta importante fijarse en lo que se ha quedado fuera del mismo. Así, uno se da cuenta de que el cambio que anuncia el acuerdo es básicamente un giro radical hacia la derecha del entrante Ejecutivo italiano. Desglosemos el pacto.

Del acuerdo de Gobierno desaparecen todas las medidas más euroescépticas que venían prometiendo ambas formaciones. El M5S y la Lega descartan, de momento, la posibilidad de que Italia abandone la zona euro, tampoco aparece en él palabra alguna sobre la «soberanía monetaria» y no hablan más sobre la propuesta de cancelación de la deuda de 250 billones de euros que el país tiene con el Banco Central Europeo (BCE); solo se atienen a la esperanza de renegociar los tratados europeos. ¿Guiño a Bruselas? Podría ser, si no fuera por las medidas que sí han acordado Luigi Di Maio y Matteo Salvini.

Horas antes de hacerse público el acuerdo, la Comisión Europea (CE) advirtió a los líderes italianos de que cambios en materias como la deuda pública o políticas migratorias no serían bienvenidos, pero de nada sirvió la advertencia. Una cosa hay que reconocer a la futura coalición gobernante en Italia –si llega a materializarse–, y es la firmeza mostrada frente a las presiones e injerencias sufridas tanto por parte de agentes nacionales como internacionales.

El M5S y la Lega han sabido hacer para que las propuestas principales de cada uno se vean reflejadas en el pacto de Gobierno. Con el nuevo Ejecutivo Italia impondrá un sistema de impuesto fijo sobre la renta, que variará entre un 15 o un 20% según los ingresos de cada uno –cuando a día de hoy este mismo impuesto puede ascender hasta el 43%–. Además, se implantará una renta básica de 780 euros al mes para las personas en desempleo.

Pero la firmeza mostrada tiene sus consecuencias, que están ligadas al coste de las iniciativas prometidas. Según el Observatorio Italiano de Cuentas Públicas, la «factura» del acuerdo de Gobierno puede ascender hasta los 126 billones de euros, montante insostenible para la hucha pública italiana –la deuda pública del país ronda el 130% del PIB, la segunda más alta de la Unión Europea tras la de Grecia–. Además, las propuestas de recaudación –venta de propiedades estatales, amnistías fiscales, mano dura contra la evasión fiscal...– no convencen, ya que se perciben como obsoletas, al haber sido ya llevadas a la práctica por Silvio Berlusconi.

Las medidas en materia migratoria –deportaciones de hasta 500.000 migrantes, forzosas y automáticas recolocaciones, reducción de patrullas marítimas– y pensiones –«cuota 100», cuando Italia se gasta en pensiones el 16,3% del PIB, el nivel más alto entre los países OCDE, cuya media es del 8,2%– tampoco es que contenten a Bruselas.

Pero que haya acuerdo de Gobierno no quiere decir que las iniciativas acordadas se lleven a cabo. Si no, que se lo pregunten al presidente de la República, quien ya ha adelantado su intención de desempeñar un rol intervencionista –ha insinuado incluso con rechazar la propuesta sobre el candidato a primer ministro–. El M5S y la Lega, que deben buscar ahora la bendición de Sergio Mattarela para saquear las arcas públicas, se encontrarán con una figura que se ha mostrado preocupada por el acuerdo fiscal y la política exterior que plantean Di Maio y Salvini.

En ese sentido, Mattarella no sería el primer presidente en rechazar una asignación de un candidato a primer ministro. Luigi Einaudi, presidente de la República entre 1948 y 1955, ya lo hizo con el candidato propuesto por el partido Cristiano Demócrata; es más, durante su mandato llegó a anular dos leyes por falta de fondos para llevarlos a cabo, situación que puede repetirse en el futuro.

El pacto de Gobierno incluye otras dos medidas que han pasado desapercibidas, pero que pueden motivar la actuación de Mattarella al ser inconstitucionales. El M5S y la Lega cuentan con unas ajustadas mayorías en ambas cámaras y están intentando atar en corto el voto de sus diputados, supeditando éste a las decisiones partidistas, contrario a las leyes italianas. Y la idea de crear un ‘Comité de conciliación’ también podría ser interpretado por Mattarella anticonstitucional, al tratarse de un ente paralelo al legítimo Gobierno de Italia. A falta de conocer el nombre del canditato a dirigir el el país, parece que Mattarela no va a andar escaso de trabajo.