Ane URKIRI
Donosstia

EL GRAFENO SE APROXIMA A SU PISTA DE ATERRIZAJE EN EL SECTOR INDUSTRIAL

Desde que hace ocho años se fundara el laboratorio para la investigación del grafeno en Donostia, han pasado de hacer muestras de un centímetro cuadrado a realizar sustratos de hasta seis pulgadas. Pero aún queda tiempo para que sea introducido en el mercado.

Desde 2004 se le viene denominando «el material del futuro». En aquel año, dos investigadores de la Universidad de Manchester –Andre Geim, presente en el Graphen Week de Donostia, y Konstantin Novoselov– fabricaron y probaron el grafeno, demostrando sus inusuales capacidades. Por ello se les concedió el Premio Nobel de Física de 2010, el mismo año en el que se fundó el laboratorio específico para la investigación del grafeno en Donostia: Graphenea.

Sigue siendo material del futuro porque a día de hoy, según las explicaciones de Alba Centeno Pérez –investigadora senior de Graphenea–, «no existe una aplicación del grafeno que despunte». «Sí escuchas hablar de aplicaciones en artículos de deporte o en tintas, pero creo que aún no ha llegado una aplicación que realmente repunte», matiza.

Conoce Graphenea desde su creación y recalca que ya se está avanzando al ritmo debido. «Al principio trabajábamos con muestras de un centímetro cuadrado y ahora hacemos sustratos de hasta seis pulgadas (una pulgada equivale a 2,5 centímetros)», comenta la investigadora, añadiendo que es un claro ejemplo de que a la industria le interesa el producto.

Pero todavía hace falta introducirlo en el mercado y este proceso es más lento con los materiales más nuevos. «Y luego hay que integrarlos, porque estamos hablando de un material monoatómico y su manejo es algo complicado. La industria tiene establecido como método de procesado algo muy específico y quizá hay que cambiar esa metodología e invertir», opina Centeno.

Rico en presupuesto

Actualmente, Graphenea está tratando de pasar el material de escala de laboratorio a aplicaciones industriales. «Al principio solo se interesaban las universidades y ahora vas viendo más interés en el sector industrial porque quieren probar el material en sus aplicaciones», señala esta senior research de la primera startup de nanoGune.

Explica que el precio del grafeno está bajando porque ahora se está produciendo más y hay más demanda. En la misma medida ha aumentado el número de proyectos que piden a este centro de la investigación. «Nos han dado un par de proyectos que tienen una inversión económica bastante fuerte, de un millón y medio cada uno. Además de ello, Graphenea tiene un panel de inversores privados; hay bastante inversión privada. En febrero, invirtieron un millón de euros», detalla.

Por tanto, Graphenea recibe inversiones públicas y privadas para trabajar con este nanomaterial que puede llegar a ser revolucionario: «Es resistente para aplicaciones de semiconductores porque tiene una velocidad electrónica –velocidad a la que van los electrones–, es transparente y es flexible». Esa transparencia y esa flexibilidad pueden resultar ideales para aplicar en pantallas táctiles, siempre y cuando vayan instalados sobre un sustrato o formando una estructura de sandwich. «Porque el grafeno, soportado por un sustrato, aporta propiedades muy buenas. Si va solo, es una membrana muy fina y sí que es rompible», aclara Centeno.

El grafeno en polvo se puede obtener exfoliando el grafito. Ella, sin embargo, trabaja con la línea de CVD, «la que es más pura y monocapa, y se usa en aeronáutica, automoción o incluso en baterías». La obtienen en un proceso que no dura más de dos horas. Introducen una fuente de carbono –metano, por ejemplo– sobre un sustrato metálico y lo calientan en torno a mil grados para su descomposición. «Al principio son núcleos pequeños y van aumentando, luego empieza la coalescencia, hasta que se adjuntan unos a otros». Llegan a producir dos sustratos de seis pulgadas a la hora.