GARA
ZORNOTZA

Las obras de Gómez, Etxebarria y Lizaso conforman la muestra Bosteko

Las obras de los artistas vizcainos Luis Miguel Gómez, Koldo Etxebarria y Jesús Lizaso completan la XXI edición de Bosteko, impulsada por la Diputación foral de Bizkaia y comisariada por Iñigo Sarriugarte Gómez bajo el título «Poéticas del silencio, esencias en resonancia». Bosteko volverá a recorrer Bizkaia, comenzó su andadura en Zornotza y posteriormente pasará por Arrigorriaga, Leioa, Basauri y Getxo.

“Poéticas del silencio, esencias en resonancia” hace alusión a un estado de búsqueda interiorizada «no solo por parte del artista, sino que invita igualmente al espectador a sumergirse en un recorrido intrínseco, un contacto íntimo con lo más profundo de cada ser».

«De ahí que las propuestas seleccionadas no se puedan observar únicamente desde la fruición poética y estética, ya que requieren obligatoriamente de una comunicación de carácter anímico», explican los organizadores de la muestra.

Las obras de Luis Miguel Gómez (nacido en 1955), Koldo Etxebarria (1960) y Jesús Lizaso (1961) «no ahondan en la soledad social ni individualizada, simplemente abogan por incentivar un camino de inmersión mental que, encubierto de un halo de soledad silenciada, traslada al espectador a su propia relevancia interior», explican.

A diferencia de otras ediciones, donde el comisario seleccionaba a los artistas, en esta ocasión fueron los creadores los que propusieron al comisario dar forma a un proyecto, que finalmente se ha materializado en esta exposición.

Esta muestra itinerante comenzó su andadura en el Centro Zelaieta de Zornotza, donde estará expuesta hasta este domingo, día 23. Después recorrerá Arrigorriaga (sala de exposiciones Euskaldun Berria del 25 de setiembre al 14 de octubre), Leioa (Kultur Leioa del 16 de octubre al 4 de noviembre), Basauri (Torre de Ariz del 6 de noviembre al 2 de diciembre) y finalizará su itinerancia en Getxo (Sala Torrene del 5 al 30 de diciembre).

Las últimas propuestas de los creadores Luis Miguel Gómez, Koldo Etxebarria y Jesús Lizaso se combinan bajo una revisión comparativa, pero con claras dotes de coherencia programática. Son tres autores que se han forjado y han evolucionado bajo el marco de una de las ciudades más industriales de la geografía vasca, como es Basauri. Se trata de unos creadores contiguos en el espacio, ya que todos han crecido y actualmente residen en dicho municipio.

Igualmente, hay un acercamiento generacional que les ha permitido compartir de manera continuista momentos de fluidez comunicativa e informativa, debates y revisiones críticas en torno a la evolución estética de nuestro espacio cultural, siendo conocedores de las transformaciones de cada una de sus proyecciones profesionales.

Son numerosos los elementos que les relacionan, lo que ha facilitado la puesta en marcha y una coherencia articuladora de esta muestra. «Hay otro factor relevante que nuevamente vuelve a conjuntarlos: la tendencia marcada y constante de espacios inundados por el silencio tanto en las propuestas pictóricas de Luis Miguel Gómez y Koldo Etxebarria, como de la enunciación de formas en fase de repliegue sobre sí mismas del escultor Jesús Lizaso, que acontecen en espacios de refugio, mediante oquedades, recovecos y vacíos resonantes», indican desde Diputación.

Objetivos similares

«En definitiva –prosiguen– se trata de distintas posturas metodológicas, que profundizan en objetivos similares: la necesidad del repliegue, la búsqueda de un silencio visual, pero que a su vez no se defina como opaco, sino que borbotee esencias de repercusión reflexiva».

Conexionados por la temática establecida, se han seleccionado trabajos vinculados a la imagen, tanto desde la conformación del óleo por parte de Luis Miguel Gómez como desde las tecnologías 3D de Koldo Etxebarria, distantes técnicas, pero en base a una introspección mental. Junto a estos creadores de la imagen, se complementan las aportaciones plásticas de Jesús Lizaso, donde la materia es doblegada ante el poder inmaterial de la reflexión mental, lo que nos adentra en una nueva práctica interiorizada.

Los lenguajes figurativos de los dos primeros artífices, junto con los condicionantes abstractos de la escultura de Jesús Lizaso, componen un tapiz de distintos caminos, pero con un objetivo común a la hora de incentivar un ejercicio metafísico.