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EDITORIALA

Víctimas; una ley hipócrita y sin embargo imprescindible


El detalle de los «retoques» introducidos en la ley de víctimas de abusos policiales de la CAV revelado ayer por Jonan Fernández confirma los peores temores sobre una operación vergonzosa en una cuestión que merecería la máxima sensibilidad. Comenzando por las formas, Lakua y Madrid cepillan una ley ya aprobada por el Parlamento de Gasteiz bajo la espada de Damocles de un Constitucional y con la presión indisimulada de lobbies policiales. Para salvar una ley, PNV y PSE sacrifican una cámara en la que ni son mayoría.

Pero el fondo es obviamente lo más importante y elocuente. La posibilidad de reconocer y reparar por vez primera a víctimas de violencia estatal se hace a costa de mantener una situación de inferioridad frente a las producidas por ETA, algo que Lakua ni siquiera niega. Se niega a la Comisión de Valoración una función de investigación que en muchos casos resultará imprescindible para acreditar la condición de víctima, con lo que se deja abierto el riesgo de excluir a algunas o muchas de ellas. Y la traca final es la salvaguarda del «derecho al honor» de quienes han perpetrado esa violencia; ¿el honor de los torturadores, en serio? Todo ello conforma una ley hipócrita y con la que sus promotores tiran piedras contra su propio tejado argumental: ¿Cómo exigir que un daño se reconozca como «injusto» mientras otro se absuelve de facto?¿Cómo defender que unos victimarios impunes son personas de honor mientras que otros que han pagado sus condenas no pueden siquiera ser recibidos al volver a sus pueblos?

Sería fácil recurrir al manido manual contra la izquierda abertzale y valorar esta ley como «paso insuficiente». Pero es más que insuficiente: es contradictorio, injusto, parcial. Y, pese a todo, sí es un paso porque es el único modo de reconocer a esas víctimas (ni se sabe a cuántas), lo que probablemente convierta su aprobación en imprescindible, inexcusable. Luego seguro habrá que seguir empujando para una futura ley que sí sea coherente, justa, definitiva.