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EDITORIALA

Verdad para las víctimas y para toda la sociedad


El Foro Social Permanente abordó ayer en Iruñea y hoy en Bilbo la cuestión de las víctimas del conflicto en Euskal Herria desde los estándares internacionales de verdad, justicia y reparación. Aunque el escenario es radicalmente diferente desde 2011, la mayor parte de esa tarea está sin hacer y existe además una asimetría perversa. Si hablamos de reparación, incluso si finalmente se aprueba la ley retocada en la CAV las víctimas de la violencia del Estado no recibirán lo mismo que las de ETA. Si hablamos de justicia, una de las violencias está investigada a fondo y castigada con rigor e incluso saña, mientras la otra se beneficia de impunidad casi total.

Pero más llamativo aún, y quizás importante, es lo que ocurre si hablamos de la verdad. La diferencia sustancial viene de lejos, y la marca el hecho de que mientras esa organización vasca asumió sistemáticamente sus atentados, secuestros y demás, los estados que perpetraron prácticas similares con sus aparatos policiales o parapoliciales, por acción o por omisión, nunca han reivindicado la autoría. Ni siquiera cuando, en el caso de Lasa y Zabala, un general y un gobernador, el ala militar y la política, eran condenados por actuar en comandita. Y ni siquiera cuando hoy ya un informe oficial señala la tortura a nivel masivo.

Hoy es el día en que la responsabilidad del Estado empieza a ser admitida en privado, como muestra alguna revelación de esta misma semana, pero algún día tendrá que llegar una asunción pública. Nadie era tan ingenuo como para esperarlo, pero el acto de escenificación del fin de ETA del lunes en La Moncloa suponía un marco excelente para que Pedro Sánchez y Edouard Philippe –herederos orgánicos y hasta ideológicos de los Felipe González, Pierre Mauroy, Laurent Fabius o Jacques Chirac de la época– hubieran hecho un reconocimiento expreso de la verdad de los GAL, en este 35 aniversario de sus primeros atentados. La verdad, siempre revolucionaria y liberadora, se la deben principalmente a las víctimas, pero también a toda la sociedad vasca y a las suyas propias.