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Entrevue
MARIAMA DIALLO
ANTROPÓLOGA SENEGALESA Y PORTAVOZ DE ALTERNATIBA-DAKAR

«La batalla climática no es una cuestión de militantismo, sino de supervivencia»

Viene de un país para el que mantener por debajo de +1,5º el índice de recalentamiento global no es sólo un objetivo, sino «un grito de supervivencia». La activista trae a Baiona la experiencia de la precedente cita de Alternatiba en Dakar. Aunque entiende que los esfuerzos oficiales por el planeta «son mínimos», confía en la reacción de «quienes pagan las consecuencias de políticas que no han decidido».


«Somos muchas las personas que creemos que hay que luchar para que no se supere ese +1,5º, de ahí que el mensaje sea claro: no tenemos más tiempo que perder». Las palabras de la madrina de Alternatiba 2018, que tras su arranque ayer vivirá hoy su jornada central en Baiona, suenan acuciantes.

Tiempo para la esperanza y para la acción. Es el mensaje de Alternatiba 2018. Como madrina del evento, ¿cuáles son sus esperanzas y qué acciones prioriza en la lucha climática?

Desde que se diera a conocer el quinto informe del GIEC se ha producido un salto hacia adelante en la movilización, quizás porque sabemos que estamos a punto de entrar en una zona irreversible. La crisis climática ha salido del ámbito científico o diplomático para bajar a la calle. Esta descompartimentación de la cuestión me hace ser optimista, y pienso que podemos avanzar hacia un horizonte de justicia climática. Somos cada vez más los ciudadanos y los colectivos que estamos en pie y en marcha, como lo vemos estos días en Baiona, generando presión sobre nuestros dirigentes, empujándoles a tomar partido por un modelo de sociedad más equilibrado, más justo y más duradero.

El encuentro de Baiona coincide con la publicación de un nuevo informe a cargo de la gobernanza climática, GIEC, que usted cita. ¿En qué momento estamos para afrontar el desarreglo del clima?

En el momento del ahora o nunca, en el momento de actuar con la esperanza de poder sobrevivir a los daños derivados del cambio climático. En efecto, el informe verá oficialmente la luz mañana, 8 de octubre, pero ya sabemos que los impactos del calentamiento global de +1,5º y las previsiones que apuntan todavía más allá nos dibujan un panorama catastrófico y nos obligan a adoptar acciones si cabe de forma más urgente. En resumen, este es un momento crucial, no tenemos más allá de cinco o seis años para revertir la tendencia, de lo contrario iremos hacia un calentamiento global irreversible.

Ese informe, que se acumula a diagnósticos anteriores en una línea similar, ¿va ser la espita que libere por fin un compromiso real por el planeta?

Efectivamente, el informe vendrá a ratificarnos en lo que ya sabemos, hará sonar la alarma que ya sonó en 2013. El informe será un útil, en todo caso, cara a las discusiones de la COP24, al definir un escenario preciso sobre el que actuar y ofrecer un diagnóstico actualizado sobre el clima. En todo caso, para ser del todo sinceros, los dirigentes del planeta ya saben que el clima se deteriora día a día, pero por intereses capitalistas y financieros no actúan como deben. No espero que este nuevo informe les lleve de por sí a dar el salto. Sin embargo, pienso que a los movimientos sociales nos dotará de los argumentos científicos precisos para convencer a más y más ciudadanos y, claro está, para apuntar a las responsabilidades de los líderes que, pese a todo, decidan seguir como hasta ahora, sin hacer nada.

¿Es posible conseguir que el calentamiento global no galope por encima de ese +1,5º?

Vengo de Senegal y para mi país está claro que no hay otra opción que ganar ese objetivo. En lo que llamamos el Sur hay países que ya están pagando un precio extremo, y eso con un recalentamiento estimado de +1,1º. O lo logramos o ciertos estados insulares simplemente desaparecerán. ¿Es posible lograr el objetivo? Es posible con más compromisos, con una voluntad firme de los estados y acciones cara a revisar al alza los compromisos en materia de emisiones. Y para ello es preciso activar estrategias de presión, y dejar claro que esto no es una cuestión de militantismo sino una batalla de supervivencia.

¿Cómo ha impactado en su país el cambio climático?

En tanto que país costero el avance del mar ha transformado el paisaje físico de Senegal. Hay localidades enteras que han sido anegadas, y ciudades históricas como Saint Louis o Gorée seguirán el mismo camino si no hacemos algo pronto. Senegal afronta inundaciones cada vez más frecuentes, sufre una deforestación importante y también sus reservas tanto de agua dulce como marina están viéndose afectadas. Todo ello genera repercusiones graves en el plano socio-económico y humano. ¿Trae a Baiona un mensaje propio como mujer y africana?

El cambio climático afecta especialmente a los sectores de población más vulnerables, a mujeres y niños. Como mujer africana sólo puedo traer a Baiona ese grito de alarma de una persona que vive a diario los impactos del cambio climático.

Antes de llegar a Euskal Herria, Alternatiba se celebró en Dakar, luego en Haití. ¿Cuál es el balance de esos encuentros en países que están en la primera línea del cambio climático?

El balance es agridulce, en primer lugar porque en mi país, Senegal, las cuestiones del cambio climático eran abordadas por una cierta élite, es decir por la administración del Estado y algunas potentes ONG que construyeron una lógica de «salvamos el clima para vosotros». Hemos dado un paso importante al romper con ese esquema, al poner a las ciudadanas y ciudadanos en la primera línea, trabajando el ámbito local, y dando el protagonismo a actores como los sindicatos de campesinos. Ese cambio empieza a dar resultados, y las nuevas generaciones se implican con fuerza en esta batalla por el futuro. La mayoría de nuestros voluntarios tiene entre 20 y 30 años.

El Mediterráneo devora las vidas de miles de jóvenes de esa franja de edad.

Y sin que se hable de la cuestión de la responsabilidad histórica y la deuda ecológica de Occidente. Las poblaciones europeas deben de ser conscientes de que mientras no asuman responsabilidades realmente y actúen en favor de la justicia climática, la cuestión de la migración no podrá abordarse adecuadamente. El fenómeno va a aumentar, la ONU prevé que en 2050 haya en el mundo 250 millones de refugiados por motivos del clima.

Hablemos de dinero.

Hay dos cuestiones de las que no se habla lo suficiente, una es la adaptación a los cambios derivados de la alteración climática y otra la financiación para paliar los efectos sobre el planeta y las personas. Ambas son cruciales para los países del Sur. Hay que dejar de pensar en soluciones encuadradas en la ayuda al desarrollo y avanzar hacia soluciones más modulables y democráticas, que hagan más autónomas a las personas, que apoyen dinámicas endógenas de adaptación al cambio climático. Creo en la transferencia de fondos y de competencias, siempre que secunden prioridades y alternativas locales.