Natxo MATXIN
Entrevue
MIGUEL GOÑI
JUGADOR DE HELVETIA ANAITASUNA

«Cuando comencé a jugar, nunca pensé que llegaría a ser profesional»

A sus 37 años, Miguel Goñi se ha convertido en el primer jugador que llega a la cifra de 200 partidos en Asobal, vistiendo solo la camiseta de Anaitasuna. Contando la presente, durante sus ocho temporadas en la élite balonmanística, el extremo las ha visto de todos los colores y también le ha tocado, como es lógico, realizar trabajo de vestuario y procurar la rápida adaptación de quienes llegan de fuera.

Empezó como portero en Osasuna, pero siendo cadete le atrapó el balonmano, aunque nunca pensó que llegaría a estar en la élite. Ahora, debe compatibilizar su dilatada carrera deportiva con su profesión y últimamente también con estudios. Seguirá hasta que el cuerpo le aguante.

El domingo cumplió 200 partidos en Asobal. ¿Se imaginaba este periplo cuando comenzó a jugar a balonmano?

Desde luego que no, empecé a hacerlo con mis amigos y nunca pensé en llegar al profesionalismo. Luego, cuando ascendimos a Asobal, ya había alcanzado la treintena y me lo planteé como un reto que tenía que probar, con la duda de si daría el nivel. Después de la primera temporada, que siempre es dura de asimilar, ya no me puse plazos ni condiciones, solo seguir disfrutando y quemar etapas.

Y todo este tiempo en el mismo equipo, Anaitasuna.

No se trata de una rareza en este club, porque estamos bastante gente de casa en el vestuario. Hay una política de cantera desde hace tiempo que va dando sus frutos y es ella la que va a marcar el futuro del equipo.

¿Cuál considera que ha sido su mejor episodio durante esta prolongada trayectoria en la élite?

Tengo un recuerdo muy bonito de la anterior etapa de Iñaki Aniz, cuyo último partido jugamos en casa, ya estábamos clasificados para Europa y se despidieron varios jugadores muy importantes de la plantilla, como Ricard Reig, Rubén Montávez, Ibai Meoki y Álex Capón, todos ellos amigos míos. Fue una fiesta fin de temporada muy bonita y entrañable.

¿Y el capítulo más triste?

En la octava jornada de la temporada siguiente se destituyó a Iñaki Pérez, además de la marcha de la plantilla por aquel entonces. Fueron unos momentos muy duros y complicados para convivir con todo aquello.

¿Cómo se mantienen las ganas, la mentalidad y la motivación para seguir compitiendo después de tantos partidos?

Pues la verdad es que no he tenido que realizar un gran esfuerzo para motivarme durante este tiempo. Cuando estás a gusto en un equipo y no tienes aspiraciones de irte a otro, al final compites contra ti mismo y contra el tiempo. Intentar disponer de algo más de minutos, ofrecer un mejor rendimiento, en definitiva, superarse a sí mismo, esa es la meta.

Entiendo que durante estos años también le habrá tocado ejercer dentro del vestuario.

Llevo ya una década siendo capitán y asumo con gusto el rol de trabajar para mantener la unión en el vestuario, la autoestima o la fe de todos cuando se presentan momentos difíciles. Es una seña de identidad del club el hecho de que cuando llega gente de fuera se sienta de aquí cuanto antes.

¿Hay Miguel Goñi para rato?

Lo cierto es que me he cuidado y me han respetado las lesiones, pero esta pasada primavera tuve un problema de salud del que todavía estoy renqueante y del que me está costando recuperarme. Esta ha sido la primera vez que me he sentido vulnerable sobre las pistas.

Ha habido un giro institucional y deportivo a la hora de gestionar el equipo. ¿Cómo lo ve?

Está claro que han abandonado la plantilla jugadores importantes, a los que no se podía retener por razones económicas. Anaitasuna tiene un patrimonio que no le permite lanzar las campanas al vuelo y un presupuesto estricto, cumpliendo la ley, otros clubes no pueden decir lo mismo. Paradójicamente, eso te hace estar en inferioridad, pero es obligado adaptarse a lo que hay, ahora toca plegar velas y coger carrerilla para el futuro.

El inicio competitivo está resultando complicado.

Hay nuevo entrenador y sistema, también acoplar a muchos jugadores nuevos, que se manejan en primera línea, y todo cuesta. Trabajamos muchísimo y estoy convencido de que eso acabará dando sus frutos.

Curioso que su primer contacto con el deporte fuera en otra modalidad y con cierta proyección.

Jugué hasta cadetes como portero en Osasuna, pero el último año no tuve muchos minutos, lo que, sumado a que jugaba a balonmano con los amigos y me lo pasaba bien, terminó por decantarme hacia esta disciplina.

Trabaja como jefe de obra y estudia Historia del Arte. ¿Cómo compagina tantos frentes abiertos?

No resulta fácil, pero soy consciente de que solo con el balonmano no me hubiera ganado la vida. Madrugo para estudiar, con la idea de mantener abiertas las puertas a otras opciones laborales.