Natxo MATXIN
OSASUNA

La floja defensa castiga el manejo sin profundidad

Para la primera media hora, los rojillos ya habían encajado tres goles por mala colocación y pérdidas.

LAS PALMAS 4

OSASUNA 1


Las Palmas bajó al suelo a un Osasuna que se las prometía muy felices en el estadio de Gran Canaria, pero que salió trasquilado por una nueva actuación defensiva deprimente que resultó decisiva, junto a un manejo estéril y sin profundidad de los rojillos en ataque. Una combinación letal que truncó la racha de cinco jornadas seguidas sin perder –cuatro victorias y un empate– y que devuelve a El Sadar la tarea de recomponerse cuanto antes del insular tropiezo.

La escuadra navarra incidió una vez más en esos desajustes que le dan alas al rival, sin presionar tras pérdida, una deficiencia que con el sistema de Arrasate se paga muy caro, siendo muy blanditos a la hora de contrarrestar las jugadas de estrategia y sin aportación ayer por parte de la portería. Si a ello se le suma que Las Palmas estuvo henchido de eficacia, precisamente cuando más cuestionado estaba el bloque de Paco Herrera –su primera victoria desde que llegó al banco amarillo–, pues el resultado fue el que fue.

El encuentro demostró, además, lo vacuo que supone disponer del esférico sin verticalidad. Tocar una y otra vez en zonas con escasa incidencia resultó ser la tónica de un conjunto navarro que sumaba posesión a su estadística, mientras el adversario lo hacía con cifras determinantes en el luminoso. Más bien, era Las Palmas quien permitía a los rojillos manejarse en partes del campo inocuas para ajusticiarles cuando dejaban los huecos necesarios.

Un larguero determinante

Curioso que fuese un larguero el que pudo variar el signo del choque de manera trascendental. El que repelió la falta botada por Rubén García en el minuto 10 y que ponía el colofón a la mejor salida de un Osasuna que, en esos instantes, dejaba la grata sensación de que quería prolongar su racha positiva y lo demostraba sobre el césped.

Sin embargo, en poco más de veinte minutos los mazazos se fueron sucediendo uno tras otro, fruto de la calidad local y también de la aportación navarra en forma de descolocación defensiva, pérdidas de balón en sectores comprometidos y falta de intensidad destructora en otras partes del campo. Con cada bofetón amarillo, el cuadro rojillo iba menguando sus opciones, hasta quedar prácticamente visto para sentencia el envite al descanso.

Pese a la enorme diferencia, el que este bloque se haya acostumbrado a meritorios revolcones en la presente temporada podía abrigar un halo de esperanza y Arrasate se agarró a ello, manteniendo a los mismos futbolistas, pero variando el dibujo, con tres centrales y dos carrileros con libertad.

De hecho, la diana de Fran Mérida incluso hizo pensar en que ello sería posible y las acometidas inmediatamente posteriores al 3-1, a buen seguro que permitieron soñar a más de uno con que el milagro iba a obrarse. Durante casi media hora, la ilusión de meterse en el partido con un segundo gol maquilló la mala imagen de un equipo al que hay que reconocerle que, al menos, no bajó los brazos.

Pero restaba el último latigazo de los anfitriones que, para cerrar su cuenta anotadora, incidirían de nuevo en el mal endémico de conceder una nueva falta al borde del área y permitir una ejecución que, en este caso, coincidió con el beneplácito del cancerbero rojillo, lo que va a abrir el debate de la portería para esta próxima semana, una vez recuperado Sergio Herrera. La buena noticia es que, pese a la derrota en el Gran Canaria, Osasuna se va a mantener en puestos de play-off.

«Ha sido una posesión estéril, sin apretar tras pérdida»

Aparte de por la «dolorosa» derrota, el técnico rojillo, Jagoba Arrasate, estaba dolido a la conclusión del choque por el hecho de que sus pupilos se hubiesen «equivocado» a la hora de aplicar la idea futbolística de la presente campaña. «Despues de su gol, ha sido una posesión estéril, sin apretar tras pérdida, jugando al pie y sin verticalidad», explicó.

«Hemos regalado un gol, no hemos competido y tenemos que aprender de estas cosas porque, si no lo corregimos, nos volverá a suceder», avisó el preparador de Berriatua, para quien el inicio sí que ha sido «muy bueno, dándole ritmo y teniendo el balón en su campo».

Arrasate apuntó que en el descanso ha intentado «aportar soluciones y no montar el cristo» en vestuarios, porque «si vas 3-0 al descanso, la culpa también es mía». «Hemos ocupado mejor el espacio y abierto más el campo, con la idea de meternos en el partido si hacíamos un segundo gol, pero era algo muy difícil», admitió. N.M.