Carlos Gil
TEATRO

La búsqueda interior que no se interrumpe

Inspirados por Homero, utilizando palabras de Calderón de la Barca y de María Crespo, se nos propone un viaje que cruza espacios virtuales, se materializa en escena, pero nos proyecta hacia un estadio imaginativo que resulta bastante irregular en su plasmación escénica, en donde el esfuerzo de la pareja es inconmensurable, la visualización de sus peripecias, el uso de elementos instrumentales que nos ayudan a ese viaje que quiere ser colectivo pero se convierte en interior, porque de repente se nos cuenta algo personal, en primera persona y mirándonos directamente, es decir, nos involucra, nos hace receptores de unas confesiones, y ahí es, precisamente, donde se diluye la fuerza de lo anteriormente expuesto en una estética convergente, pero que diverge al instante, en un carrusel de motivaciones extemporáneas, que nos deja absortos en lo superficial, lo anecdótico, pero cuesta entrar libremente en el fondo, en lo definitivo, en lo sustancial, con frecuencia instaurado en una clave de comunicación codificada. 

Hay elementos en los lenguajes utilizados que nos colocan ante una vía de exploración que puede ser muy fértil, pero parece que no existe una convicción absoluta, se indaga por un camino y se abandona, se recurre a imágenes que fueron hace pocas décadas rompedoras, pero que hoy son lugares comunes, pero que definen unas intenciones narrativas.

Ello nos lleva a considerar que se trata de una magnífica intentona, de un trabajo riguroso, exhaustivo, descaradamente teatral, que busca, como dice el título y que a veces no sabemos si encuentra y lo rechaza o le es insuficiente lo encontrado y sigue buscando, hasta parecer que se pierde en la misma búsqueda.

Tomemos nota de este grupo, de estos creadores, porque si pueden seguir en su búsqueda, probablemente nos proporcionen espectáculos de gran valor. De momento aplaudimos su atrevimiento.