Carlos GIL
TEATRO

Incertidumbre del apocalipsis

La fiesta sigue, el espectáculo debe continuar, las estaciones son todas superables. Estamos ante un grupo de artistas de varieté, viejas glorias del teatro de despojos, un género desclasado. Restos de muchos naufragios. Vanidades atemperadas por la realidad, el tiempo que avanza y lamina las esperanzas, que en ocasiones parece ser ese lugar donde se construye un hilo de vida. Tienen que sobrevivir porque no existe vuelta atrás, porque la vida empuja y coloca a cada cual en un marco de exhibición que revaloriza o mantiene la rutina. Y se demuestra que no hay salida individual, que si acaso se salvan será a base de unir sus esfuerzos, de olvidar sus rencillas, de socializar la miseria, de jugar con la incertidumbre de estar viviendo una posible apocalipsis que nadie sabe interpretar.

Esto es teatro, no teoría social, por lo que todo se soluciona con acciones teatrales, con textos cargados de resonancias, con escenas que van cosiendo una suerte de malla reforzada para poder seguir en la intemperie, chapoteando en la incertidumbre, creyendo que a lo mejor están dando noticias de un apocalipsis menor que puede ayudar a la Humanidad a reconsiderar su camino de autodestrucción.

Músicas sordas, cantos tristes, los que no cuentan, contando su historia. Una poética del derrumbe, una mirada desapasionada, miradas con ojos del recién retornado. Los telones, las ruedas, lo que se mueve, siempre para estar quieto, dentro de encuadre.