Koldo LANDALUZE
DONOSTIA
Entrevue
TXIKI ARREGI «KEIXETA»
PINTOR Y ESCULTOR

«Ahora soy consciente de que pintura y escultura se fusionan en mi obra»

Txiki Arregi «Keixeta» (Arroa, 1963) expone hasta el próximo 3 de marzo en la casa de cultura Portalea de Eibar buena parte de su obra realizada durante los tres últimos años bajo el  título «Dikotomia». Recientemente fue galardonado en el certamen «Sormenaren kabia» de Alkiza.

La exposición “Dikotomia”, de Keixeta, recopila los trabajos realizados por el artista durante los últimos tres años. Una ruta creativa bifurcada en dos sentidos que derivan hacia dos espacios creativos muy diferentes: la pintura –con más de 30 cuadros de mediano y gran formato– y la escultura, piezas realizadas en cerámica y mediante la técnica tradicional del torno alfarero.

Aceptada la ruta pictórica, topamos con la insurgencia pictórica de la abstracción que, en esta oportunidad, adquiere la fisonomía cambiante de la naturaleza, el entorno que rodeó al propio artista mientras ejecutaba su trabajo en los acantilados y el flysch de Zumaia y los planos horizontales del Cantábrico. También hay obra figurativa, representada en caricaturas o retratos de personajes cercanos.

En otra serie de cuadros hace referencia a los conflictos bélicos internacionales actuales, como los bombardeos sobre Siria, con una representación explícita de los drones que se utilizan.

 

¿Qué supone para usted exponer su obra en un espacio como el de la casa de la cultura Portalea de Eibar?

Es un edificio realmente interesante por su amplitud –tanto de base, como de altura–, su luminosidad y la posibilidad que me aporta de ocupar y jugar con diferentes espacios. Es un lujo exponer en un lugar como este porque no existen muchos de estas características en Gipuzkoa. En cuanto a lo que supone para mi, aquí se encuentra el resumen de mis tres últimos años de trabajo y lo más positivo, para mí supone ver realmente lo que estoy haciendo. Es un espejo en el que puedo fijarme muy detenidamente en mi propia obra y saber qué estoy haciendo bien o mal o cuáles son las rutas que he elegido. Cuando estoy en el estudio no dispongo de esta perspectiva, todo se resume en producir.  Durante las diferentes fases de mi trabajo, en el tiempo que transcurre, se observan los cambios constantes que se produce en las obras porque no es lo mismo lo que hice hace tres meses que lo que hago ahora. Otro elemento relativo a todo esto son los lógicos cambios que ha provocado en mi trabajo los tres enclaves en los que he desarrollado mi labor, Zumaia, Zarautz y Alkiza.

 

Para los visitantes es un espacio para el disfrute. ¿Para el creador es un espacio para la reflexión?

Totalmente de acuerdo. Es el lugar en el que asoman mis reflexiones más profundas e interesantes. No disfruto mientras desarrollo mi trabajo porque cada obra es un ‘problema’ que requiere de una respuesta mientras se avanza en ella. Invierto mucho tiempo en hacer que la obra funcione o que sea resuelto el ‘problema’ que encierra. Cuando la expongo es cuando puedo disfrutar de ella verdaderamente. Soy espectador de mi propia obra y un crítico muy severo con ella.

 

Escultura, pintura... incluso se produce una fusión entre ambas.

De ahí viene el título de la exposición. Son dos vías diferentes que, como dices, se están fusionando. Es algo que está ocurriendo y sin ser algo que haya tenido previsto hacerlo de manera voluntaria. Por ejemplo, cuando hice la serie ‘Gernika’ relativa la 75º aniversario del bombardeo de Gernika, hay tres cuadros que, tres años después, han adquirido la forma de escultura. Fue algo completamente involuntario y ahora el público puede descubrirlo de manera mucho más clara al visionar el cuadro junto a la escultura de cerámica. Esos misiles que pinté en cuadros de dos por dos mtros, los he redescubierto ahora en los árboles que hice en su día en Alkiza.

 

¿Qué otras constantes encontramos en su obra?

La cercanía, lo más inmediato a mí. Todas las mañanas recorro la costa desde Zumaia a Zarautz. Es algo que me produce mucho beneficio y fruto de ello es otro de los vértices de esta exposición, la barra de Itzurun de Zumaia se ha convertido en otra constante y pieza muy importante dentro de esta exposición. La naturaleza siempre ha formado parte de mi obra y durante toda mi obra ha adquirido una forma cambiante.

 

¿Qué supuso para usted su experiencia en Alkiza tras ser galardonado en la primera edición de Sormenaren Kabia?

Fue algo muy enriquecedor, una experiencia plenamente introspectiva. Alkiza es un pueblo muy pequeño y tras obtener este premio me abrieron todas las vías para poder elaborar con total libertad el proyecto experimental que presenté. Cambió por completo mi percepción porque cambie de escenografía, dejé la costa y me adentré en los bosques. Aproveché al máximo esta posibilidad para poder sacar adelante diferentes obras cuya elaboración resultaba, en apariencia casi imposible de re