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AZKEN PUNTUA

Una muerte digna


Levo una temporada leyendo noticias sobre la muerte asistida de los voluntarios a morir. No haré humor sobre este tema. Sería miserable.

Siempre he creído que no hay argumentos válidos para impedir la voluntad de morir en el que fenece cuando trata de evitar un dolor sin remedio. Exagerando el contrate, Cristo eligió una muerte voluntaria para darle dignidad al convertirla en salvífica para la humanidad. El dolor por el dolor no tiene sentido alguno. Ese dolor no santifica.

Hago este difícil símil para penetrar en la ligereza con que se emplean términos muy complicados de sentido para aplicarlos a hechos simples. Por ejemplo: ¿tiene sentido alguno morir voluntariamente en la guerra, que normalmente tiene un origen criminal? Pues esa muerte involuntaria no es condenada, sino ensalzada. ¿Es recusable ayudar a un hambriento a que muera voluntariamente para enriquecer a un banquero? Pues ocurre todos los días. Sigamos. ¿Debe condenarse a un médico que ayuda a suicidarse a un pobre televidente ante los discursos de nuestros políticos o de los periodistas de La Sexta?