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AZKEN PUNTUA

Una columna desorganizada


Llevo toda la semana pensando sobre qué voy a escribir y es que desde el viernes pasado he vivido con la emoción a flor de piel. Emociones que se sienten sin necesidad de llamarlas y que tienen que ver unas con la amistad, como la despedida de la ejecutiva de ELA de mi amigo Txiki Muñoz: otras con la empatía y la solidaridad ante el dolor de la injusticia, como la honda tristeza que sentí cuando abracé al padre del preso muerto en Zaballa y, muchas, con la satisfacción de compartir las luchas en las que se cree, como la contagiosa rebeldía de los pensionistas, al enfrentarse a un sistema que les arrastra a resignarse y aceptar la pobreza. Pero es, quizás, la indignación el sentimiento que con más viveza agita la libertad y el compromiso de la palabra escrita. Indignación, por ejemplo, ante las identificaciones racistas al colectivo de migrantes por miembros de la Policía Municipal de Gasteiz; indignación, también, ante la privatización descaradamente ultraliberal de Euskaltel.

Y mucho más que enfado me provoca el macrojuicio que se iniciará el 16 de setiembre contra 47 personas, por defender los derechos de los y las presas políticas vascas. Y así, con el ánimo, tan falto de una idea estructurada para escribir esta columna... han llegado las elecciones. Con organización o sin ella, queda claro que jamás elegiré a la derecha, vasca o española, berdin da.