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EDITORIALA

Sudáfrica debe transitar el camino que abrió Mandela


Sudáfrica está a las puertas de sus sextas elecciones generales desde el final del «apartheid», en 1994, los segundos comicios tras la muerte de Nelson Mandela, artífice de aquel hito histórico y primer presidente democrático de la república. Muchas de las personas que acudan a votar mañana recordarán al añorado líder del Congreso Nacional Africano, y evocarán el enorme caudal de esperanza que despertó su liberación y su liderazgo hacia un porvenir inédito, sin segregación de ningún tipo. Y lo harán con la agria constatación de que ese futuro no ha llegado, de que una nueva generación ha crecido sin conocer la justicia social en su país.

La desigualdad sigue siendo el marco en el que se desenvuelven millones de sudafricanos. Es verdad que la discriminación por motivo de la raza ha sido purgado de la ley, pero ni una nueva Constitución, ni la catarsis que desencadenó el derrocamiento del régimen racista, han logrado impedir que el trecho entre teoría y realidad sea aún insalvable. La economía desempeña ahora el papel que jugó el color de la piel, y la pobreza se ha erigido en el muro que separa los barrios y las comunidades. Nuevas élites se han sumado a las ya existentes, pero las capas sociales más débiles tienen que seguir luchando para salir adelante cada día. Y no nos engañemos, hoy igual que ayer, son las personas negras quienes conforman esa sacrificada mayoría.

El cierre pactado de la dictadura blanca mantuvo indemnes algunas estructuras de poder, entre ellos el económico, y eso ha ocasionado que veinticinco años después Sudáfrica sea una nación de desigualdad y contradicciones. Con todo, nadie dijo que pasar página a cuatro siglos de colonialismo y sometimiento iba a ser fácil. Queda mucho por hacer, pero sería faltar a la verdad sostener que nada ha cambiado. Al contrario, estos comicios demuestran que lo principal sí que lo ha hecho, que a diferencia de entonces el pueblo sudafricano es el dueño de su propio destino. Sólo le queda recorrerlo por la senda que trazó Madiba.