GARA Euskal Herriko egunkaria
Entrevue
PELLO URIZAR
EX SECRETARIO GENERAL DE EUSKO ALKARTASUNA

«El proyecto de EA está reflejado en EH Bildu y eso es lo importante»

Pello Urizar (Arrasate, 1968) dimitió el lunes como secretario general de EA, después de diez años en el liderazgo y entendiendo que ha cumplido un ciclo. Hace un balance positivo de esta década en la que entiende que ha contribuido a cambiar el escenario.


Pello Urizar cogió la dirección de EA en junio 2009 tras una debacle electoral, fruto de la decisión de abandonar la coalición con el PNV que dejó su representación en el Parlamento en un solo escaño tras la escisión de Hamaika1! Pese a todo, siguió la senda en busca de la unidad del soberanismo de izquierda.

¿Misión cumplida?

Al cien por cien nunca se cumplen, siempre quedan flecos. Pero el objetivo general yo creo que sí. La situación de extrema preocupación de 2009 creo que ahora ya no existe. Solo hay que ver la foto que tenemos en este mismo Parlamento. Entonces el unionismo mandaba y ahora PP y PSE no suman ni la cuarta parte de la Cámara. Entonces se estaba gestionando un escenario al que le tenía tomada la medida el Estado. Y la alternativa de una izquierda soberanista estaba muy lejos. Ahora eso va mejorando. Luego está el recorrido de EH Bildu, la aportación de cada partido... ahí se está asentando una cultura. Desde ese punto de vista, satisfecho.

¿Por qué dimite ahora?

Creo que he cumplido un ciclo, nada menos que una década, y ahora, cerrados varios periodos electorales, es el momento para dar el relevo.

En el último congreso, 2017, aparecieron claramente dos sectores, pero, ¿cuáles eran realmente las diferencias?

En 2017 aparecieron públicamente dos sectores, pero el problema se da en 2015, cuando EH Bildu no obtiene los buenos resultados que tuvo en 2011. Nosotros hicimos una apuesta estratégica de país. Eso implicaba crear una marca nueva. Yo no tengo demasiado apego a las marcas. Provengo de EGI y en el 85 viví que en Gipuzkoa había un sector crítico absolutamente mayoritario. Y cuando se optó por iniciar un nuevo proyecto que se llamaba Eusko Alkartasuna, a mi me sorprendió que hubo mucha gente que se quedó porque decían ‘yo el partido no lo dejo’. ¿A qué estamos, a proyecto político o a marca? 33 años después sigo pensando lo mismo. La marca tiene que ser representativa de una apuesta política, pero no se puede convertir en un objetivo como tal. Los partidos tienen que ser herramientas. En 2011 en EH Bildu funcionábamos como coalición que acababa de arrancar y había resquemores, pero los resultados son buenísimos y los miedos se apaciguan. En 2015 los resultados no son tan buenos. Sí, es cierto que pasa lo de Navarra, pero la percepción de perder la Diputación de Gipuzkoa y la Alcaldía de Donostia hace que empiecen a aflorar críticas y que algunos lleguen a pensar que igual EH Bildu no es la solución. Si haces una apuesta de país no puede ser que te bajes a la primera que viene torcida. También hay problemas de gestión interna. Y para 2017 ya hay un planteamiento más organizado para mantener EA y se da un pulso.

¿Puede volver a haber dos candidatos ahora, en la elección por las bases de la nueva Secretaría General?

Puede haber.

Usted coge el partido en 2009 tras unos malos resultados electorales después de haber dejado la coalición con el PNV que mantenían desde 1998. ¿Por qué rompieron?

Eran acuerdos de coalición muy tasados y con unos objetivos muy concretos. En la primera legislatura era el Nuevo Estatuto Político y en la segunda, la consulta. La primera se queda en nada, pero el hachazo te lo meten en Madrid. Sin embargo, en la segunda, además de que el TC dice que eso no es legal, nos damos cuenta que el presidente del EBB, Iñigo Urkullu, que mantiene una situación tensa con el lehendakari, Juan José Ibarretxe, también decide que no hay nada que hacer. Que se acabó. EA entiende que ahí se acaba un ciclo. Esa decisión fue asumida por la gran mayoría, salvo los que se van a Hamaika1!. Pero esa decisión es muy difícil de llevar a la práctica, porque tú te has presentado dos veces respaldando a un candidato como Ibarretxe y la tercera te presentas con una propuesta alternativa.

Y el momento es difícil porque la izquierda abertzale está ilegalizada, el unionismo va a por todas y el refugio para mucha gente es Ibarretxe...

El análisis nos llevó a que no podíamos seguir con el PNV, pero esas elecciones nos demostraron que muchas personas que históricamente había sido de EA se posicionaron públicamente a favor de Ibarretxe. Fue una catástrofe electoral.

¿Pero esa catástrofe llevó a EA a dar otros pasos?

Nuestra predisposición a tomar otro camino era clara, pero no sabíamos si saldría bien. Y, en esas circunstancias, cuando asumimos la dirección en 2009, el escenario más factible para 2011 era cerrar. Nos podríamos encontrar con llegar a las elecciones municipales y forales y tener malos resultados, con las afecciones económicas que eso también tiene, después de haber perdido la representación en Europa, en el Congreso... y que en Gipuzkoa los críticos se habían llevado la mayoría de los cargos. Cuando yo pedí la excedencia en la empresa les avisé de que igual era para dos años. Pero gracias a nuestra disposición y a la adopción de compromisos por parte de la izquierda abertzale, con la que ya se estaba hablando, avanzamos.

En junio de 2010 se firma el acuerdo Lortu Arte con la izquierda abertzale ilegalizada. ¿Cómo se dan esos pasos?

Tras mi elección teníamos hecha ya una reflexión compartida con las bases y en octubre se produce la detención de los de Bateragune. Como los sindicatos, vemos que aquello pretendía bloquear el esfuerzo que estaban haciendo para acabar con la lucha armada. Tres o cuatro semanas después nos sentamos con la izquierda abertzale. Hubo dos cuestiones encima de la mesa. La nuestra de si estaba claro que solo se podía avanzar por vías políticas y que si había alguna acción de ETA tenía que haber una respuesta política firme. Y la izquierda abertzale nos preguntó que si entrábamos en la apuesta a ver si estábamos dispuestos a llegar hasta el final. Las dos respuestas fueron afirmativas. Y empezamos con eso.

La izquierda abertzale estaba ilegalizada. EA asume un riesgo importante.

Pues sí, pero asumir riesgos no nos generaba problemas. Sabíamos lo que teníamos que hacer. Recuerdo una reunión que tuvimos con el PNV en Sabin Etxea después de Lortu Arte, cuando estábamos también con el Acuerdo de Gernika, y lo que decían con Iñigo Urkullu todavía de presidente, era que todo el recorrido lo tenía que hacer la izquierda abertzale. Nosotros pensábamos que todos los demás también debíamos movernos, porque eso beneficiaba al país. Y lo hicimos. Teníamos riesgos, porque si en las municipales de 2011 nos ilegalizan...

¿Cómo recuerda aquella espera en el Arenal de Bilbo?

Si hubiera gobernado el PP sabíamos que aquello estaba cerrado. En aquel momento podía pasar que nos aplastaran, pero nos llegaban datos de que se podía legalizar. Media hora antes de que se hiciera público nos decían que sí, pero llamábamos a la secretaria del tribunal, se lo contábamos, y nos decía que seguían reunidos, que seguramente serían filtraciones de los propios jueces, pero que ella oficialmente no tenía nada. Y no podíamos informar a la gente, por si no se confirmaba. Fue bonito. Cuando las cosas salen bien, luego casi se convierte en mito.

Comenzó la militancia en EGI y en la escisión se pasó a EA. ¿Por qué?

Mi padre era del PNV y empecé con acampadas infantiles. Luego con 14 o 15 años ya vas teniendo cierta inquietud y te juntas con gente de tu edad a hablar de cosas políticas. Con 17 ya había estallado la crisis interna, había vidilla, Josu Jon Imaz era el presidente de EGI... Luego toda mi familia se fue a EA con una apuesta clara de que había que cambiar muchas cosas y el PNV no estaba respondiendo. Fue también una cuestión emocional.

Ahora hay análisis que dicen que EA está diluida dentro de EH Bildu, que ha desaparecido.

En la segunda entrevista que me hicieron nada más ser elegido secretario general de EA, la primera pregunta que me hacen en directo en la radio es: «¿Qué va a hacer usted para revivir un partido que está muerto?». Después, mirando la hemeroteca, comprobé que la primera vez que se dice que EA no tenía futuro fue en 1990, cuatro años después de su creación. Como se ve, exceptuando aquellos primeros años en los que tenía fuerza, es algo que ha perseguido a EA constantemente. Ahora nos preguntan qué sería de EA fuera de EH Bildu y ahí se parte de un error de análisis. Cuando nosotros decimos que esta es una apuesta estratégica lo decimos en serio. Ya no está en los parámetros de EA salirse de EH Bildu y presentarse solo, porque el proyecto es lo importante, y en el discurso de EH Bildu está perfectamente reflejada la trayectoria histórica de EA.