Iñaki IRIONDO
PLENO DE INVESTIDURA EN EL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS

PEDRO SÁNCHEZ MIRA A OTRO LADO

Después de haber pedido la abstención al PP y a Cs pese a sus insultos, Pedro Sánchez miraba literalmente a otro lado mientras Pablo Iglesias detallaba las negativas que el PSOE ha dado a las propuestas que Unidas Podemos le ha hecho para un gobierno de coalición proporcional.

En su último turno de palabra, el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, detalló por qué considera que la oferta que le ha hecho el PSOE es ser un «mero decorado» en el Gobierno, lo que Pedro Sánchez negaba. Explicó que desde un principio dijeron que no compartirían con nosotros «ministerios de Estado». Ni tampoco admitían compartir equipos como en las consejerías de la Generalitat de la Comunidad Valenciana. Y fue desvelando que «para desarrollar el programa que pactemos» Unidas Podemos pidió tener competencias de Hacienda, y nos dijeron «ni hablar», ni tampoco de Trabajo, Igualdad, Transición Ecológica, Ciencia. «¿Qué nos han ofrecido? Explíqueselo a la Cámara y a ver si es más que decorativo», retó Pablo Iglesias. No tuvo respuesta.

Mientras todos los ministros y diputados del PSOE miraban hacia Iglesias cuando este decía todas esta cosas y pedía «respeto y reprocidad», Pedro Sánchez fijaba su vista en el techo del hemiciclo. Le faltó silbar.

En sus debates con Pablo Casado y Albert Rivera, el candidato Pedro Sánchez puso su objetivo en pedirles la abstención de PP y Ciudadanos, para desbloquear la situación, evitar un gobierno con apoyos que la derecha demoniza e impedir así que haya una nueva convocatoria electoral para el 10 de noviembre. Hasta llegó a responder al líder de Cs, que no paró de insultar a «Sánchez y su banda», que se abstenga para que haya una Gobierno al que luego «insulte si quiere».

Cuando llegó el turno de Unidas Podemos, Pedro Sánchez dijo querer un Gobierno de coalición con los morados, pero no cesó de subrayar aquellas cuestiones, como la situación de Catalunya, en las que las discrepancias entra ambas partes son manifiestas. Y luego entró en el terreno de «si no hubiera acuerdo», advertir a UP que «medite mucho su voto» y «piénsese mucho votar junto con Vox» contra un Gobierno de progreso. Sonó a amenaza, subrayada con un «sííí» ante las protestas que llegaban desde los escaños del equipo de Iglesias.

No se le vio a Pedro Sánchez entusiasmado con la idea de presidir un Gobierno de coalición con Unidas Podemos. Insistió que entre esa propuesta en los términos planteados por los morados y el «votar con Vox» hay otras fórmulas como el acuerdo de investidura, un pacto de legislatura, es decir, diferentes formas de que el PSOE gobierne en solitario.

Si cuando el viernes Pablo Iglesias se echó a un lado aceptando no entrar en el Consejo de Ministros pareció que podría haber un acuerdo, ayer quedó claro que las posiciones están muy alejadas, y el PSOE no parece aceptar que negocia con un partido que tiene la mitad de votos que ellos.

Hubo analistas que mientras Pedro Sánchez insistía en pedir su abstención a PP y Cs decían que lo hacía por tacticismo, para evidenciar que las derechas le cierran las puertas y justificar así un acuerdo con Unidas Podemos. Después del intercambio de reproches con Pablo Iglesias, quedó claro que Sánchez quiere gobernar con las manos libres y sus 123 escaños.

El discurso más largo

Por la mañana, Pedro Sánchez protagonizó el discurso de investidura más largo de la historia, batiendo su propia marca de 2016. Y llamó la atención que, en una intervención de cerca de dos horas, no afrontara de cara la cuestión territorial, que tiene ahora mismo un exponente especialmente problemático como es la situación de Catalunya.

Cuando el PP le reprochó esa ausencia en su discurso, Pedro Sánchez siguió eludiendo la cuestión, diciendo que había hablado de Catalunya, de Andalucía y de Euskal Herria, porque cuando habla de las políticas sociales se habla de todas las comunidades.

En el debate con Unidas Podemos, en especial cuando se refirió a palabras del portavoz de En Comú Podem, Jaume Asens, Pedro Sánchez profundizó algo más en su posición, criticó que se haya dado una judicialización de la políticas, aunque aseguró que en Catalunya hay un problema de convivencia, «no de Cataluña y el Estado español. Esta no es una crisis entre un pueblo oprimido y un Estado que no es democrático y de derecho». Y «no hay presos político», recalcó. «Lo que hay son políticos que han cometido ilegalidades que ahora mismo están siendo juzgadas ante el Tribunal Supremo», explicó.

«Segunda transformación»

Pedro Sánchez definió el gobierno que propone como «progresista, europeísta, ecologista y feminista». Propuso arrancar en esta legislatura «la segunda gran transformación del país», como la que se dio a partir de 1975, y ha puesto como base la educación, para lo que pidió un acuerdo que permitiera dedicar a esta materia el 5% del PIB, sea cual sea la situación económica y el partido que gobierne. Es un punto que estaba ya en su programa electoral.

En su discurso, fijó también seis retos de futuro que cree que debe afrontar el Estado español, que son contar con un empleo digno y la sostenibilidad del sistema público de pensiones, la revolución digital y tecnológica, la emergencia climática, la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, la desigualdad social y el fortalecimiento de Europa y sus valores.

En todo caso, la primera propuesta que Pedro Sánchez puso sobre la mesa fue la de la reforma del artículo 99 de la Constitución, que es la que fija la forma de elección de la presidencia de Gobierno, y que el candidato del PSOE quiere cambiar por fórmulas que eviten el bloque y la repetición de elecciones.

Sin embargo, después del debate de ayer, no esta nada claro que el PSOE no esté jugando con esa posibilidad de volver a las urnas con la esperanza de obtener mejores resultados. O, al menos, de hacer más real esa amenaza en una nueva sesión de investidura en setiembre.

De momento, hoy tendrá lugar la primera votación, en la que de ninguna forma Pedro Sánchez puede obtener la mayoría absoluta. Se repetirá el jueves, 48 horas después, y habrá que ver si para entonces se han encarrilado las relaciones entre PSOE y UP, lo que no parce nada fácil.