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AZKEN PUNTUA

Hay que


Hay que cambiar el sistema. La panacea de las soluciones a todos los problemas. «Hay que», no «tenemos que». Como si, por el hecho de no estar de acuerdo con el sistema tuviéramos cubierta toda responsabilidad. Pero en cuanto al machismo en general, y a la violencia machista en particular, todas y todos somos más sistema de lo que creemos, de lo que quisiéramos y de lo que nos gusta reconocer.

Porque, aunque muchas cosas han cambiado y, por suerte, siguen cambiando, aún seguimos alimentándolo con todo lo que transmitimos, todo aquello con lo que, unas veces inconscientemente, otras no tanto, colaboramos. Tantas cosas que consideramos insignificantes, que toleramos, nos permitimos o excusamos porque sólo es una broma-chica-no-seas-rancia; sólo es una serie de televisión, mujer-no-es-para-tanto; sólo es una canción que, sí, la letra es de un machismo que espanta, pero yo sólo me fijo en el ritmo…

Sólo es todo. Porque la broma se repite, la cadena de televisión mantiene alto el nivel de audiencia y el autor de una basura de letra es disco de oro. Y pasito a pasito, suave, suavecito, todo le da cuerpo, todo le permite rodar sobre seguro. Pero cuando se manifiesta en sus peores expresiones, movemos la cabeza y lo decimos con toda la convicción: hay que cambiar sistema. Hay que.