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JOPUNTUA

La Paz y la gloria


Amanezco magullada y feliz en una playa de la Ría de Arousa. Agotar la batería de todos los móviles pinchándonos temazos con un bafle no nos retiró, al contrario. Nos lanzamos entonces a berrear estribillos encadenados en un maxmix infernal y sin tregua. Y rodamos contra las piedras, acopladas como bichos bola. Esta euforia loca de celebrarnos juntas es revolucionaria, por ello siglo a siglo tratan de dejarnos solas. Da igual, el akelarre es eterno.

Quise ser amiga de Verónika Arauzo desde la primera vez que la vi, bajando La Rambla descalza como una diosa. Desde ese instante, me supe más posible. Esta mañana hemos charlado en la playa, a la hora gaviota. Vero es puta, transexual y activista. Su objetivo es desde que la conozco conseguir el reconocimiento laboral del trabajo sexual autónomo, porque si hay algo que favorece la explotación y la trata es precisamente el limbo alegal en el que se encuentran las prostitutas y del que se lucran los empresarios prostituyentes. Me habla admirada de La Paz, donde el fabuloso colectivo feminista Mujeres Creando junto con Omespro, Organización de Mujeres en Estado de Prostitución, lograron a finales del 2018 que se reconozca en la capital boliviana la actividad económica de prostitutas autónomas o cooperativizadas de escasos recursos. Así tienen una oportunidad real y sostenible de no ser explotadas por empresarios proxenetas. Esta nueva vía legal que favorece la emancipación de las mujeres más empobrecidas cuando deciden prostituirse es pionera e inspiradora en el mundo.

Vero siempre me ha dicho que las abolicionistas de la prostitución no son nuestras enemigas, al contrario. Ella las busca y apuesta porque un día dejaremos de discutir acaloradamente entre unas y otras, nos escucharemos y juntaremos nuestras fuerzas contra el enemigo común que nos enciende tanto a todas: la explotación sexual y económica de las mujeres por parte de empresarios protegidos por este sistema feminicida. Cada vez que estoy con ella, lo veo más cerca. Ahora comienza a caer el sol en las rías galegas, nuestras baterías akelarrikas vuelven a estar a tope.