01 SEPT. 2019 JO PUNTUA Morales religioses Fede de los Ríos Tantos años teniéndome, con sus claroscuros cierto es, por buena persona y ahora resulto ser, en el mejor de los casos, un asesino pasivo. Y no por lo de la izquierda abertzale. Ni por defender el derecho al aborto. Soy un asesino pasivo por comer carne de animales o sus derivados. Y con los bivalvos, al estar vivos, activo, fíjate. Lo denuncian por el internet unes compañeres veganes transfeministes y libertaries sin el trans. Si comes carne, pescado, leche o huevos no puedes ser feminista, comunista ni ecologista. Paracaidista sí. Hay un pasquín con siluetas animales, sobre la de un pajarillo escrito «eres un cabeza de txorlito», sobre la de una rapaz falconiforme «eres un miserable, un buitre», encima de un asno «qué burro eres”, junto a un roedor miomorfo «no seas rata», al lado de un sus scrofa domestica «te comportas como un cerdo». Debajo, la consigna: «Los animales no son insultos. Por favor no uses un lenguaje especista». Será la calor. A las gallinas que corretean por Guillenea Etxea Goldaratz en el Valle de Imotz, no se les ve nada oprimidas ni en sí ni en para sí, ni antes ni durante ni al final de la puesta de huevos. Ni siquiera se intuye una ligera depresión postdesove. Viven con bastante menos estrés que Joxean, su humano explotador. Sus cabras también denotan felicidad. Eso sí una felicidad diferente a la que Demócrito manifestaba al descubrir el porqué de algún fenómeno natural. Al fin y al cabo son mamíferos artiodáctilos; comida garantizada, apareamiento cuando es menester, paseos en ausencia de depredadores: ni tan mal. A mí ya me sacan ventaja. Está la cosa del pensar, me dirán. Efectivamente, pero convendréis conmigo que últimamente, con tanto imbécil a izquierda y derecha, abajo y arriba, por delante y por detrás, dicha cosa no procura sino tristeza y desazón. Hago mío el nada humano me es ajeno, pero ampliarlo a todo el reino animal se me hace extraño. Qué queréis, yo veo una oreja de cerdo rebozada y en vez de empatía me invade la simpatía. Asesino pues. Total ya era terrorista. Hago mío el nada humano me es ajeno, pero ampliarlo a todo el reino animal se me hace extraño. Qué queréis, yo veo una oreja de cerdo rebozada y en vez de empatía me invade la simpatía