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La salida


En el Hexágono hoy es día de rentrée, un regreso a las aulas que este año viene marcado por una reforma pedagógica de primer orden: ni sistema finlandés ni sistema Singapur, nacionalismo decimonónico desde la primaria hasta el bachillerato.

Es la receta con la que el ministro de Educación Michel Blanquer pretende que los docentes cocinen a sus alumnos. A partir de hoy, la bandera tricolor deberá ondear en todas las clases de primaria y secundaria, porque la bleublancrouge constituye «un dique frente a las calamidades que nos amenazan», léase «islamismo y antisemitismo». Además, en las aulas de todos los centros deberá mostrarse de manera «bien visible» la divisa republicana, o sea, la resabida liberté, égalité, fraternité, como si por verla a todas horas fuéramos a creernos que este país que acaba de organizar el G7 más militarizado, coercitivo y liberticida de la Historia es un territorio de libertad, de igualdad y de fraternidad.

Y como guinda, Blanquer ha ordenado que también se imprima en las mentes de todos los menores la letra de la Marsellesa, todo un símbolo de concordia sobre todo en el verso que incita a los ciudadanos a coger las armas. Y luego se extrañarán de que con este panorama algunos busquemos la sortie. Y no nos dejan, pero no hay otra salida.