10 NOV. 2019 JOPUNTUA Mea culpa y reflexión Fede de los Ríos Ayer, por orden del Estado, otra jornada de reflexión. En lo que va de año un porrón de veces. Culpa nuestra porque cuando votamos lo hacemos mal. Al parecer del Estado, votamos a quien no debemos. En ese examinar mis propios estados íntimos y pensamientos que es el reflexionar, la mente de este vuestro humilde servidor, como acostumbra, fue dando tumbos de neurona en neurona a fin de intentar vislumbrar por qué nos encontramos en esta especie de bucle electoral reincidente, que condena una y otra vez a repetir lo que denominan como elecciones de representantes políticos. Como los diferentes próceres de los diferentes partidos del abanico de la nación española, tan amiga del partido único, no son capaces de constituir un gobierno al gusto del poder económico y, por otro lado, la dimisión de políticos de probada incapacidad, en España, es algo absolutamente inconcebible por el imaginario colectivo de los hijos del Cid y Don Pelayo; la responsabilidad en forma de culpa recae en todos nosotros. Y de culpa sabemos un rato. Desde pequeños. «Por mi culpa, por mi culpa, por mi gravísima culpa» recitábamos con cinco años el “Yo pecador” que nos enseñaba la escuela católica española. Cinco años y ya culpables. Cinco años y responsables de la crucifixión y muerte de un tal Jesús que murió por nosotros, vale, pero al menos podía haber tenido el detalle de consultarnos. Y así seguimos, arrastrando culpas por las acciones o inacciones de los que no quieren sino nuestra felicidad que no es otra que la de España. Por cierto, debe haber o bien varias Españas o bien Una que no la quieren compartir estos patriotas tan celosos. Hoy votaré. Porque si no voto, mi abstención lejos de lo que predican algunos izquierdistas de salón e indocumentados varios, en los tiempos que corren, únicamente beneficiará a los demócratas buenos al servicio del Estado y del Capital. Por eso, tras la reflexión, votaré a los más malos y las más malas para el Estado y el Capital porque, cuando los intereses son antagónicos, es garantía de acertar. Hoy votaré. Porque si no voto, mi abstención lejos de lo que predican algunos izquierdistas de salón, únicamente beneficiará a los demócratas buenos al servicio del Estado y del Capital