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BRUSELAS, EJEMPLO DE APOYO POPULAR A LOS REFUGIADOS

ADRIANA COSTA SANTOS, DE LA PLATAFORMA DE APOYO CIUDADANO A LOS REFUGIADOS «BXL REFUGEES», DE BRUSELAS, CONTÓ EL PASADO MIÉRCOLES EN HIKA ATENEOA DE BILBO CÓMO COORDINAN DESDE HACE CUATRO AñOS UNA GRAN RED CIUDADANA PARA AYUDAR A MILES DE REFUGIADOS EN LA CAPITAL BELGA.


Ongi Etorri Errefuxiatuak organizó el pasado miércoles en Hika Ateneoa de Bilbo una charla para dar a conocer en primera personas el trabajo de la Plataforma de Apoyo Ciudadano a los Refugiados “BXL Refugees”, de Bruselas. La charla la dio Adriana Costa Santos, una activista de 26 años originaria de Lisboa, Portugal.

Costa Santos llegó a Bruselas en 2015 como voluntaria para un mes, aunque finalmente se quedó a vivir en la capital belga. En setiembre de ese mismo año, cientos de refugiados e inmigrantes, procedentes sobre todo de Siria, Irak y Afghanistan, se encontraban acampando en el Parque Maximilian, donde se encuentra la oficina de extranjería, porque el Centro de Inmigración no tenía capacidad para atender a toda la gente que llegaba día tras día.

Respuesta ciudadana

El invierno llegó y la situación se agravó. Por ello, muchos ciudadanos de Bruselas acudieron al parque ofreciendo a los refugiados enseres para sobrevivir: tiendas de campaña, sacos, ropa, comida...

Está respuesta popular acabó coordinándose bajo la plataforma BXL Refugees. «Con el paso del tiempo empezamos a involucrarnos en otras necesidades que tenían los refugiados, porque podían tardar hasta un año en recibir el asilo», contó Costa Santos.

Tal y como explicó a los asistentes a la charla, todas las noches dormían en el parque Maximilian entre 400 y 500 personas, «aunque no eran siempre las mismas». «La Policía –señaló– empezó a hacer redadas a primera hora de la mañana, y los refugiados tenían que correr dejando todas sus cosas en el parque. Luego, iban los servicios de limpieza y destruían todo lo que les habíamos ofrecido». Según dijo, en estas escabechinas, las personas más vulnerables, como menores, mujeres embarazadas o personas mayores, acababan siendo detenidas.

Activistas de la plataforma empezaron a acudir al parque antes de que llegase la Policía para avisar a los refugiados de las redadas y que se pudieran marchar antes. «Pero los policías se dieron cuenta y empezaron a venir todos los días y más temprano, cada vez eran más violentos», relató la activista portuguesa. Fue en ese contexto cuando decidieron empezar a acoger a la gente en sus propias casas. Los ciudadanos y ciudadanas bruselenses se volcaron, y para invierno de 2017 medio millar de refugiados dormían en alguna casa o en algún centro que había preparado la propia plataforma, según dijo Costa Santos.

La joven activista señaló que la respuesta de la gente fue «increíble». «La gente que no podía acoger en su casa colaboraba en lo que podía. Unos ayudaban en los transportes, otros cocinaban, otros hacían de puente para las cosas que necesitaban...», evocó.

Actualmente, según informó Costa, hay más de 9.000 personas que han acogido al menos una vez a alguien en su casa, y más de 5.000 que han ayudado a los migrantes en diferentes tareas, como acompañarles a un centro de salud o a visitar a un abogado.

Redes sociales

En su exposición, Costa recordó con emoción un dí ena que, mientras veía por la televisión las imágenes de una manifestación ultraderechista, recibía decenas de fotos de los refugiados en casas de acogida. Tal y como explicó, las redes sociales son un mecanismo muy importante para la plataforma, en especial Facebook, donde tienen más de 50.000 seguidores, aunque apuntó que no todos participan de forma activa. A través de esa red, convocan a la gente en los lugares donde los migrantes necesitan ayuda. También utilizaron las redes sociales para denunciar «la brutalidad policial» padecida en el parque Maximilian.

La joven lusa explicó que si bien al principio no hacían «mucho ruido», ahora son una gran red ciudadana con capacidad de presionar a las instituciones. De hecho, señaló que el Gobierno regional de Bruselas les ha cedido un centro con capacidad de acoger a 350 personas. Pese a ello, Costa alertó de la delicada situación de Bélgica, donde la extrema derecha tiene una gran representación, especialmente en Flandes, donde fue la segunda fuerza en las últimas elecciones.