12 DéC. 2019 JOPUNTUA Las chicas vienen guerreras Itziar Ziga Escritora y feminista Me tiene encoñadísima La Zowi, esa chulaza cantante de trap que tiene la boca tan orgullosamente llena de la palabra puta como yo. Hija de flamenco y de poetisa feminista, la nueva folclórica. De niña le daba palmas al mismísimo Morente, para más delirio mío. Nunca me canso de recordar que ese gitano del Albaicín cantó en Anoeta contra el cierre del Egin. La Zowi se declara feminista y afirma: «cuando a los doce años mi cuerpo empezó a cambiar y me pasaban cosas que ni sabía qué eran, ya me estaban llamando puta. Pues si a mí me lo decían como insulto, yo le doy la vuelta». Grande. La veo cantar "Bitch Mode", mientras da flamencas palmadas en los culos de sus amigas que no parar de hacer twerking contra la misoginia. Hace dos veranos, una noche de verbena en Burlata, tirados en la hierba avistando cuerpos, Juan, mi primer maricón, me hizo ver que las adolescentes de pronto airean sus muslos llevando shorts vaqueros masivamente, y que le parecía una buena noticia de afirmación generacional. Las chicas vienen guerreras. Porque la historia de cualquier mujer es también la historia de cómo has aprendido a manejarte con la invasión permanente del patriarcado en tu cuerpo. Han podido abusarte siendo niña, también siendo niño, pero desde que menstrúas, ya no te vas a librar de miradas y actitudes violadoras en cualquier lugar y todo el tiempo. Los conventos fueron refugios, pero los machos con sotana tenían la llave: no me extraña que órdenes de monjas llegaran a rebanarse la nariz para ser libres extramuros. ¡Viólame ahora, hecha una monstrua, capullo medieval! Hay muchas formas de ser violada y todas están patriarcalmente legitimadas. Ciudad de México acaba de aprobar una ley contra la pornovenganza. Nunca dejará de dolernos Verónica, la trabajadora de Iveco que fue hostigada hasta el suicidio, dejando dos criaturas en este mundo. Paris Hilton cuenta que pensó en matarse, y que hoy, quince años después de ser viralizada contra su voluntad desnuda y follando, se le hubiera juzgado menos a ella. ¡Bendito e incesante feminismo! Porque la historia de cualquier mujer es también la historia de cómo has aprendido a manejarte con la invasión permanente del patriarcado en tu cuerpo