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El Camp Nou se tiñe de azul para exigir al Estado «sit and talk»


Cada Barça-Madrid tiene un interés especial que sobrepasa al ámbito deportivo. Pero el de ayer quedará registrado en los anales del futbol por su elevada intensidad política. Después de cambiar de fecha, la atención estaba más centrada en lo que ocurriría dentro y fuera del estadio que en el mismo terreno de juego.

Pese a que Movistar LaLiga ya había ordenado silenciar cualquier reivindicación durante el partido, la ola de Tsunami Democrático invadió el clásico del futbol muchas semanas antes de que se conocieran sus pretensiones. «La expectativa ya se ha cumplido, pues estos días se hablado sólo de la convocatoria», se felicitaba Marc cuando aún faltaban dos horas para el inicio del partido en el cruce de Travessera de les Corts junto a la calle Arístides Maillol, uno de los puntos de encuentro de los manifestantes. Junto a varios amigos, este miembro del Comité de Defensa de la República (CDR) de Sabadell había llegado en tren con el objetivo de participar en la protesta. «Soy socio del Barça, pero me quedaré en la calle para reclamar al Estado que escuche al pueblo catalán y se sienta a negociar», añadió a pie de calle.

También a media mañana, durante la sesión de control parlamentaria, Tsunami estuvo presente en el hemiciclo catalán cuando el presidente de la Generalitat, Quim Torra, tuvo que recordar a la portavoz de Ciudadanos, Lorena Roldán, que la acción de Tsunami era perfectamente legítima y se enmarcaba en el derecho a la libertad de expresión. Ante la expectativa creada, no es extraño que el hashtag #TsunamiDemocratic se convirtiera ayer en uno de los más utilizados durante toda la jornada y que el vídeo dónde Pep Guardiola, ex técnico del Barça, denuncia la sentencia a los líderes del Procés, se hiciera finalmente viral entre miles de internautas de muchos lugares del planeta.

Un búnker nada clásico

Un millar de Mossos de Esquadra y 2.000 miembros de seguridad contratados por el Barça transformaron los aledaños del Camp Nou en un fortín inexpugnable. Sólo a mediodía el dispositivo dejó pasar a los jugadores del Barça en dirección al estadio y de allí hacia el Hotel Reina Sofía, dónde ya se había instalado la comitiva del Real Madrid, que a las 13 horas llegó del Aeropuerto del Prat encapsulado por antidisturbios y con un autocar blanco sin logotipar.

Este clima de excepcionalidad llevó incluso a que las directivas cambiaran su recorrido habitual, que las calles adyacentes al Camp Nou fueran cortadas a primera hora de la tarde y que la unidad canina de los Mossos inspeccionaran como nunca las gradas y las alcantarillas de los aledaños. Una psicosis que impidió a los turistas acceder al Museo y que la explanada de delante de tribuna quedara vacía de los aficionados que acostumbran a agolparse en jornadas de partido, más cuando es el Clásico el que se juega.

Por si no había suficiente, la policía hizo sobrevolar dos helicópteros todo el día e instaló desinhibidores de frecuencia para evitar la comunicación entre los manifestantes, que aun así no tuvieron dificultades para seguir las instrucciones que Tsunami dio en durante la jornada.

Un gol a la represión

La convocatoria de Tsunami reunió a miles de personas, que se colocaron en la zona destinada a su comarca. Muchas vinieron en tren o con los autobuses que suelen organizarse con motivo de la Diada y otras convocatorias. Es el caso de Sílvia y Montse, de Badalona, para quienes el Barça-Madrid siempre representa un buen aparador para denunciar lo que sucede en Catalunya: «Tenemos que aprovechar estos eventos, como una gota malaya que no debe cesar hasta conseguir un cambio de actitud por parte del Estado».

En líneas similares, Neus, de Sant Boi de Llobregat, consideraba que las acciones de Tsunami «tienen la virtud de arrastrar toda la transversalidad del independentismo» y que «mediante la desobediencia civil podemos denunciar la represión que estamos padeciendo». Para esta activista de la ANC, al igual que ocurre en Hong Kong, Francia, Chile o Colombia, «no hay otra salida que movilizarse y persistir con estas acciones».

Pendientes del móvil y exhibiendo la pancarta «Spain, sit and talk» (España, siéntate y habla), los congregados no se movieron de su posición, obedeciendo las directrices de Tsunami y esperando que llegarán las 8 en punto.

Empezado el partido, una marea azul formó una gran coreografía con el mismo lema, mientras otros enarbolaban «Cap pacte amb carcellers» (Ningún pacto con carceleros) o «1 d’octubre: ni oblit ni perdó», hasta llegar al clímax de decibelios en el minuto 17.14, momento en el que Tsunami habló: «Fase conseguida: gozad del clásico». En la segunda parte, una lluvia de pelotas inflables invadió durante unos pocos minutos el campo, si bien la realización impidió que se pudiese ver en directo.