07 JAN. 2020 JOPUNTUA De jueces y verdugos Isidro Esnaola El año ha empezado con los jueces como grandes protagonistas. El pasado viernes, la Junta Electoral Central decidió inhabilitar a Quim Torra y a Oriol Junqueras. Una decisión muy cuestionada y con un evidente objetivo de influir en la sesión de investidura. Ese afán de los miembros de la JEC por actuar tal vez fue estimulado por el ataque que esa misma mañana ordenó Donald Trump contra un general iraní, Qasem Suleimani. Un dron estadounidense lo mató en el aeropuerto de Bagdad. El ataque violó la soberanía de un país miembro de la ONU y las normas del Derecho Internacional, como reconoció incluso Esteban González Pons. Sin embargo, la acción fue definida como una ejecución, algo que sorprende, ya que según la RAE una ejecución es el ajusticiamiento de un reo, es decir, de alguien al que en un juicio que cumplió ciertas garantías un juez ha declarado culpable de un delito. Todavía no se conoce la sentencia contra Suleimani, y a juzgar por sus movimientos tampoco existía orden internacional de búsqueda y captura. En ausencia de reo, tal vez hubiera sido más certero hablar de un atentado. Sin embargo, no es recomendable ponerse a malas con EEUU, y menos en esta parte del mundo, por lo que, quizás, hubiera sido más apropiado hablar de una acción de guerra. A fin de cuentas, no está escrito que haya que declarar la guerra para poder comenzar las hostilidades. Y en caso de contienda, evidentemente, los jueces y sus procedimientos brillan por su ausencia. No obstante, si nos atenemos al degradado orden internacional en el que vivimos, posiblemente la palabra escogida –ejecución– sea la más pertinente. Pero, en este caso deberíamos dar la razón a Rafael Sánchez Ferlosio, cuando intuyó que el juez no era sino un invento del verdugo que lo concibió como una forma de justificar un castigo ya decidido. Vistas así las cosas, los verdugos estarían entre el Pentágono y la Casa Blanca en EEUU, y en el Estado español se habrían camuflado directamente entre los jueces. Quizás, hubiera sido más apropiado hablar de una acción de guerra. A fin de cuentas, no está escrito que haya que declarar la guerra para poder comenzar las hostilidades