26 FéV. 2020 OBITUARIO Hosni Mubarak, el faraón al que derrocó una primavera fracasada GARA Dueño absoluto de Egipto durante tres décadas, derrocado en 2011 por la revuelta que se sumó a los movimientos de las «primaveras árabes», encarcelado y liberado después, Hosni Mubarak falleció ayer a los 91 años en un hospital militar de El Cairo. Mubarak muere en un país que ha regresado a un régimen tan o más autoritario que el que él gobernó, y de nuevo en manos de militares que aplastaron –en nombre de la revolución– cualquier intento de cambio. A su muerte, la imagen del rais aparece blanqueada por las condolencias de líderes políticos y por la nostalgia de algunos por épocas de mayor estabilidad. Desde su dimisión en febrero de 2011 después de 18 días de una revuelta que seguía los pasos de la iniciada en Túnez contra la dictadura y la corrupción, la salud de Mubarak había sido objeto de especulaciones y llegó a darse la noticia de su muerte. Depresión, cáncer, problemas cardíacos o respiratorios habían sido alegados por el expresidente en numerosas ocasiones, lo que le llevó al hospital y lo alejó de la cárcel. Su familia confirmó ayer su fallecimiento en la televisión egipcia, que desde ese momento lució un crespón negro, símbolo de la continuidad del régimen. Las autoridades decretaron tres días de duelo nacional por un hombre al que la Presidencia del país recordó como «héroe de la guerra de octubre de 1973 (contra Israel), en la que Mubarak dirigió el Ejército del Aire. Mohamed el Baradei, premio Nobel de la Paz, presentó públicamente sus condolencias a la familia. Desde el exilio en Turquía, el opositor y excandidato presidencial Aymar Nour dijo «perdonar personalmente» al dictador. Fue el jefe de Estado egipcio que más tiempo ha detentado el poder desde que se abolió la monarquía en 1953. Escapó a varios intentos de acabar con su vida, como el sufrido en 1995 en Addis Abeba, cuando su vehículo blindado fue acribillado a balazos. Después de 30 años al frente de un Estado –siempre bajo el estado de emergencia— marcado por la represión y la corrupción fue el primer presidente en ser sometido a juicio, aunque, bajo el nuevo régimen golpista, fue finalmente absuelto de las acusaciones de corrupción y de las matanzas de manifestantes. Sus procesos quedaron en segundo plano tras el derrocamiento del primer presidente elegido democráticamente, Mohamed Morsi, en 2013, por el general Abdelfatah al-Sissi, convertido en el nuevo dictador egipcio. Mubarak fue un enemigo decidido del islamismo político y hostil a los Hermanos Musulmanes, sin llegar a impedir su ascenso. El crecimiento económico de sus últimos años en el poder aumentaron también la corrupción, las desigualdades y el descontento social que acabaron en las revueltas de 2011. Fuera del país, obtuvo los favores de Occidente, que difundía de él una imagen «moderada» por rechazo al islamismo y su defensa de los acuerdos de paz con Israel firmados en 1979. De hecho, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, fue uno de los primeros en rendir homenaje a «un amigo personal, un líder que condujo a su pueblo a la seguridad y a la paz con Israel». También el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, elogió su «compromiso por la libertad y la independencia» del pueblo palestino. «Gracias a dios tengo la conciencia tranquila y estoy contento de haber pasado mi vida defendiendo Egipto», afirmó Mubarak en uno de sus juicios. Abogados de las víctimas de la represión durante lapresidencia de Mubarak lamentaron el legado deimpunidad dejado por el dictador. Uno de ellos, KadryFarid, afirmó que «solo dejó huellas criminales» y unmensaje claro: «Quien comete un crimen no va a sercastigado, quien roba no va a ser juzgado».