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DE REOJO

Afuera


Ahora mismo me falta tiempo para casi todo. No sé lo que es afuera. Vivo en un adentro que está externalizado. Nadie controla lo que nos hemos dejado afuera, en ese lugar que está detrás de las ventanas convertidas en un escaparate o en una clave de entrada y salida al mismo lugar. Estando tan pocos días en esta situación de semi aislamiento, la aprehensión sobre el paso del tiempo se manifiesta en actitudes que rozan con la histeria o el ablandamiento de las costumbres básicas. ¿Bebes la suficiente agua? No se puede contestar con la rotundidad requerida. Sé que a cabo de comer y pienso en la siguiente ingesta, el siguiente encuentro con el rito. No tiene sentido que planifique de esta manera militar mis horarios de comida. Por eso me falta el tiempo, lo tengo hipotecado y con mascarilla.

No tengo nada para leer que sea capaz de apartar mi mirada de las imbecilidades que me pueden llegar por las redes sociales. Mantenerse informado 24/7 se ha convertido en un acto de autoagresión. O una incitación a la rebelión. ¿Cómo es posible que se produzcan tantas situaciones de negligencia dolosa en las residencias de ancianos? Gasteiz como foco de esta irresponsabilidad que roza con lo punible. Se repite lo que no se quiere escuchar: Estamos en el principio de la epidemia, lo peor está por llegar. Mañana estaremos peor que hoy. Diga lo que diga el papa o el rey.

Llegan aviones chinos cargados con material para combatir el coronavirus y no se le quiere dar la importancia simbólica, política y económica que este acto tiene en los medios de incomunicación preocupados por lo tangencial. Consideran que es una humillación europea recibir ayuda de China. Todo sucede afuera de mi campo de visión orgánico, el resto del tiempo es intoxicación  en mis pantallas múltiples, que me aburren y codifican.