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AZKEN PUNTUA

Una fábula en tiempos del Covid-19


Catástrofe planetaria; pandemia mundial; campos de batalla, héroes y sacrificio; vulnerabilidad e interdependencia; confinamientos, solidaridad y soledades desgarradoras; control, vidas monitorizadas y duelos aplazados.

¿Biopoder? ¿«Colapso» económico? Las obreras y obreros despedidos de la fábrica Luxfer de Gerzat (Estado francés) –cuya mitad de la producción estaba destinada a oxígeno medicinal, un 40% para equipos de respiración autónoma de bomberos y el 10% para la industria–, permanecían ocupando las instalaciones impidiendo que los buldóceres destruyeran las mismas desde enero de este año hasta el pasado 19 de marzo, cuando se decretó el confinamiento. Exigen su reactivación y nacionalización. Y es que, a pesar de su rentabilidad, Luxfer fue cerrada en mayo de 2019 por la dirección británica. La producción de esta empresa adquirida por Luxfer Holding PLC, propiedad de fondos como Fidelity o Blackrock, fue deslocalizada hacia Nottingham y Riverside, para hacer productos de inferior calidad, con costes de fabricación menores y aumento del precio de venta.

Macron dijo que esta pandemia revela que hay bienes y servicios que deben estar «fuera de las leyes del mercado». Como diría el poeta de los heterónimos: «Somos cuentos contando cuentos, nada».