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SICOLOGÍA PARA UNA CRISIS

¡Ánimo, Asier!


Egunon. Soy Asier. Vivo solo, y mi familia está lejos. Están bien. Llevo ya una semana sin hablar con nadie. Y sin que nadie me hable a mí. No tengo ganas de hablar por teléfono, ni de hacer videollamadas, ni de leer, ni de nada. Nada me interesa. No duermo bien. Ya sé que esto pasará, pero qué duro se hace. Gracias por escucharme.

Kaixo, Asier. Gracias por tus palabras. Lo primero que he pensado ha sido: «Bueno, por lo menos tiene las ganas suficientes para escribir». Y lo siguiente que he pensado ha sido que entonces merece la pena seguir teniendo este espacio y el esfuerzo de estar presentes en estas líneas, aunque no nos conozcamos, aunque no podamos vernos.

Y en ese sentido me siento afortunado de poder recibir la confianza que pones al traerme tus palabras, esas palabras de cansancio con las que sé que tanta gente se identifica. Y a mí me encantaría poder hacer algo mágico que devolviera la energía a los que seguro que la tenéis en otros momentos, la alegría que nos pertenece a todos y que, si no la compartimos en momentos como este, parece esconderse tras las pelusas de la alfombra.

Bueno, confío en que, como es un recurso que todos tenemos, solo tienen que darse las condiciones. Como bien dices, esto pasará y, al mismo tiempo, saberlo no quita que sea duro y, a veces incluso, un poco insoportable, o mucho. Yo puedo compartir contigo cómo yo trato de hacerlo: trato de no contar los días, de tener las ventanas y puertas abiertas para que algo del mundo exterior entre; me apetezca o no, necesito contactar con al menos tres personas diferentes a lo largo del día, poco rato o mucho, según se dé (una semana es mucho rato, Asier, procura cambiar eso, anda; aunque sea bajar a comprar y darle las gracias a quien te atienda, mirarle a los ojos).

También intento tener algún proyecto en marcha aparte de mi trabajo, algo que me alegre (no es momento de batir records, que apetezca es una victoria). Los bucles son mala compañía estos días y ninguno de los que nos montemos va a ser objetivo, ni nos va a ayudar a adaptarnos mejor, así que hay que rebelarse. Negarse a escucharlos todo el tiempo, dar al cuerpo otras oportunidades de sentir otras cosas y pedir compañía. Conectarte, como lo estás haciendo aquí, es imprescindible. Mucho ánimo, Asier, hay mucha gente que ahora mismo, al leer esto, estará pensando en que te vaya bien.