19 JUIL. 2020 EDITORIALA Mayoría pensada como licencia para gobernar de espaldas EDITORIALA Las primeras decisiones tomadas por el Gobierno en funciones de Lakua tras la jornada electoral de la semana pasada resultan preocupantes desde un punto de vista democrático y de control público de las instituciones. Con rebrotes de coronavirus explotando por la geografía vasca, con la previsión realizada por el Ejecutivo de que el virus alcance en cuestión de días a personas mayores y las cosas se vuelvan a complicar, la decisión de restringir la información pública sobre la pandemia es incomprensible. ¿Por qué dar menos información en este momento crítico? ¿Por qué un gobierno dejaría margen a la especulación pudiendo cortarla de raíz con datos concretos y oficiales? ¿Qué puede ganar una administración al retroceder en transparencia en una crisis como esta? Teniendo en cuenta la bajísima participación, es ahora cuando más hace falta poder confiar en los poderes públicos. No hay otra fórmula para acrecentar esa confianza que dar información clara y rendir cuentas de la gestión. Qué se hace, cómo y por qué. Expresado de forma clara y por parte de personas competentes. Susto y contención; enfado y reacción La noche del domingo el resultado logrado por el PNV, bueno en base a sus intereses inmediatos pero no redondo en términos estratégicos, hizo modular el tono a los líderes jeltzales. Centraron su discurso en la reconstrucción y en los acuerdos necesarios para levantarse como país frente a la crisis sanitaria y la socioeconómica que se prevé. Parecía que habían entendido el resto de mensajes que acompañaban al reparto de escaños. Podía pensarse que se habían dado cuenta de que la soberbia no cotiza entre la ciudadanía vasca, que de un modo u otro siempre castiga la arrogancia. Las lecturas del día después se decantaron hacia una postura menos positiva, menos cooperativa. Sobre todo, volvió a aparecer esa sensación de enfado imposible de domar y difícil de explicar. Para empezar porque es contradictoria con los resultados y su lectura oficial, por lo que los asesores deben decirles que no caigan ahí. Pero no se pueden reprimir. Para seguir, porque es un enfado desproporcionado: más allá del juego político, nadie entiende qué les ha hecho EH Bildu para que estén así. Vista la obsesión de ciertos dirigentes, es posible que en algunos despachos de Sabin Etxea se haya celebrado la pérdida de un escaño por parte de EH Bildu a manos de Ciudadanos. Bueno, no hay que ser ingenuos: la opción de una mayoría alternativa de izquierdas desaparece y si las cosas fuesen a ser siempre como son hoy, la dinámica parlamentaria se habría simplificado en favor del partido en el poder. Desde esa perspectiva, es lógico celebrarlo. Ahora bien, un abertzale, o incluso un autonomista, se lo debe mirar en serio si ha llegado al punto de alegrarse de que Ciudadanos logre otro escaño en el Parlamento de Gasteiz. Esta sería la definición perfecta de qué es ser una persona reaccionaria. El soberanismo de izquierdas es una fuerza política muy importante en la sociedad vasca. Siempre lo ha sido, y en este momento está haciendo una aportación particular al proyecto de país. Por ejemplo, ha bloqueado a UPN, PP y Ciudadanos, posibilitando un gobierno mejor en Nafarroa. En Ipar Euskal Herria ha renunciado a presentar a su propio candidato tras un debate serio sobre el momento histórico y la relación de fuerzas. Una mayoría no es una licencia para gobernar a espaldas del pueblo. No se puede construir país frente a toda esa gente, no se puede gobernar contra el fenomenal resultado electoral de EH Bildu. No es inteligente. Favores, talento y compromiso Aparte de la cuestión estratégica, los resultados conllevan problemas prácticos. Ortuzar y Mendia lograrán el acuerdo, no hay duda, pero no va a ser ni tan sencillo ni indoloro. Las resacas de la legislatura pasada van a pasar facturas. También la dinámica que han impuesto en el estado de alarma Pedro Sánchez e Iván Redondo. ¿Cómo va a quedar la cuestión de Medioambiente, el escándalo de Zaldibar y la figura de Iñaki Arriola? Con los recortes presupuestarios, no va a ser tan fácil recolocar a la gente y el modelo Cabieces se agotó. ¿Puede un partido de gobierno no tener poder, solo puestos? El servicio prestado por personas como Nekane Murga, ¿cómo se premia? ¿Manteniendo o quitando? ¿Es Educación realmente estratégica? Y la gran pregunta: ¿en esas filas hay talento con voluntad de comprometerse con un proyecto de gobierno tan pobre y conservador?