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DE REOJO

El espray


Un veterinario especialista en pandemias de coronavirus en animales se puso muy campanudo criticando a la OMS por su tardanza en reconocer que el bicho se transmitía por suspensión en el aire y para remarcar su argumento aseguró que a los pollos les vacunaban con un espray en dosis durante un tiempo. Y que es tan evidente que, si se esnifara la supuesta vacuna o medicación, sería todo mucho más eficaz ya que la covid-19 entra, precisamente por la nariz o la boca. Pues, venga, los chinos, ya están probando una vacuna por espray nasal.

Cuando estamos sintiendo cada día que los datos nos abruman, con mensajes cruzados, con recortes de horarios, prevenciones reiteradas, incumplimientos, cierres de plantas de hospital por si acaso y obituarios fantasmas porque parece que antes del espray los incalificables políticos de manada van a intentar esconder la cabeza en el agujero de la mentira que se puede convertir en un crimen. El reconocer que nadie sabe con exactitud qué está pasando sería el primer paso para buscar alguna solución porque si el motivo de mandar a la ciudadanía hacia el caos pandémico es por mantener la actividad económica, la verdad es que eso está fallando de manera estrepitosa.

La relación de la ciudadanía con el espray viene de lejos. La laca nos secó las fosas nasales. Los desodorantes dejaron nuestros sobacos convertidos en estructuras sólidas parcheadas. La lucha desigual contra moscas y mosquitos se llevó durante años con un espray en la mano. Nuestras paredes hablan desde hace décadas gracias al espray que crea formas y logos. Los asmáticos son espray dependientes, y vamos a poner en un espray la posibilidad de vivir con cierta tranquilidad en los próximos años. Si saliera un espray contra la estulticia quizás estaríamos hablando de la revolución posible.