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DE REOJO

La sopa


Si alguien dice: «que paren el mundo que me bajo», puede parecer que se trata de una ocurrencia, pero es una de las muchas frases que inmortalizó un personaje de una tira cómica dibujada por un argentino llamado Joaquín Salvador Lavado Tejón, que ha pasado a la historia con el seudónimo de Quino y que entre otras muchas brillantes contribuciones, creó Mafalda, una niña que odiaba la sopa, y tenía un grupo de amigos que se convirtieron durante décadas en una familia objetora de todas las realidades, desde la argentina, a la mundial, pues su tiras se tradujeron a muchos idiomas y sus libros que agrupaban cientos de esas tiras tuvieron unas ventas superlativas y populares.

Quino murió, lo que ha servido para que varias generaciones conocieran a Mafalda y su cuadrilla y su visión demoledora del mundo y sus habitantes. Los que accedimos a su auge en tiempo real, no comprendemos cómo pueden existir millones de nuestros coetáneos que no hayan leído ni disfrutado de su visión aguda, de esa cosmogonía que hacía que una frase nos pudiera servir para explicar el desasosiego en el que vivíamos, las pocas expectativas que nos proporcionaba la situación social y económica de los años setenta y ochenta del pasado siglo que, hoy, por desgracia, quisiéramos rescatar porque mirando por el retrovisor de nuestra propia biografía, nos parece ver en la nebulosa unas posibilidades que hoy se han demostrado que no eran tales, sino zanahorias para que como buenos asnos siguiéramos tirando del carro.

Esa niña que odiaba la sopa se convirtió en una líder de opinión. Quino lograba con sus lápices, pero sobre todo con su pluma, ya que sus mensajes eran realmente contundentes, que se esperase sus apariciones para entender mejor aquella época, aquella sociedad. Mafalda ha sido un icono pop de primera magnitud.