Raimundo Fitero
DE REOJO

Sin fin

Atrapados en un habitación sin ventanas y con un juguete roto. Así se sienten muchas personas que asisten a este baile de mascarillas sin saber si las estadísticas las carga el miedo, el diablo o la incompetencia. Una correa sin fin, un retorno constante, una inmovilidad dinámica que hace ver que cada noticiario es un paso importante para acabar siempre en la casilla de salida, aunque muchas veces debería detenerse en la de cárcel o la de muerte. Dicen los sicólogos que están aumentando un veinte por ciento los casos de angustia y depresión. Poco porcentaje me parece. Solamente tiene certidumbre los aparatos administrativos que funcionan ajenos a cualquier realidad que no sea servir a los intereses inmobiliarios o económicos de sus respectivos partidos que gobiernan con la coartada perfecta.

Esta cinta sin fin de noticias, contra noticias, mentiras y desesperanzas la encabeza, un día más, Trump y su asquerosa y demencial farsa de su supuesta infección. Ese acto electoral saliendo del hospital en un coche híper blindado forma parte de la infamia más indigna jamás conocida. Una caravana de coches negros para atender a un grupo organizado por el propio Trump es la ignominia electoral y antidemocrática más impresionante jamás conocida. Ni pensada en ninguna distopía narrativa por los guionistas más adictos al crack. Esta realidad trumpista es abrasiva.

Sin parangón con las miserias de sus imitadoras y secuaces de la extrema derecha unificada española, tan pretenciosos en sus desquiciamientos, pero tan ineficaces y fuera de toda grandeza. Son paniguados, tiene mala hiel, pero ninguna fineza política. Están al tropezón, al encontronazo, al titularcillo de sus medios afines, sin darse cuenta de que Trump tiene la bomba atómica y a ellos no les da mi para bombas fétidas.