GARA Euskal Herriko egunkaria
JOPUNTUA

Sobre la sindemia y la mediocridad autoritaria


El término sindemia es preferible porque conecta la incidencia de la infección vírica con otras epidemias y patologías sociales y con las desigualdades e injusticias estructurales que de un modo tan marcado están influyendo en las diferentes experimentaciones de esta calamidad global.

El virus no ha sido creado ni difundido por una especie de gran villano de película de serie B para controlar el mundo. Sin embargo, la sindemia es escenario de todo tipo de conspiraciones para aprovechar esta situación: asistimos a una desvergonzada estrategia de las élites para eludir toda responsabilidad y solidaridad, cargar las facturas al resto y mejorar su posición.

Entre el combate al negacionismo y la defensa borreguil de las medidas gubernamentales hay espacio y ahí se deben situar el pensamiento crítico y la acción transformadora. La cuestión no está en unas medidas que se están tomando en diferentes partes del mundo, sino en la estrategia general ante la sindemia, es decir, en la relación de estas decisiones con otras o, en su caso, con su ausencia. No basta con repetir la cantinela de que toda limitación de libertad es puro autoritarismo; no es cierto y este planteamiento liberal tiene un enorme potencial reaccionario pese a su aparente exaltación de la libertad. Ahora bien, tampoco corresponde defender ciertas medidas acríticamente mientras observamos que no se cambia la matriz que ha hecho a nuestras sociedades especialmente vulnerables ante la sindemia.

Quienes tienen responsabilidades gubernamentales han interiorizado hasta tal punto su papel subsidiario ante los poderes fácticos que realmente no saben tomar decisiones. Son incapaces de trazar estrategias más allá de lo inmediato y por ello recurren a la apuesta autoritaria como pantalla para ocultar su mediocridad y aparentar una capacidad de control cuya falta, paradójicamente, evidencian.